miércoles, 20 de diciembre de 2017

Bes, el dios enano

Buenas tardes, amigos del Templo de Seshat. Después de un tiempo, hoy por fin os traigo una nueva entrada dedicada a los dioses de Egipto, en concreto, al dios Bes. Si queréis saber más de este peculiar diosecillo, seguid leyendo.
Bes, el dios enano
Origen e iconografía
Los orígenes del dios Bes son africanos, ya que se le conocía con los epítetos "Señor de Punt" (un país aún no identificado, pero situado en África) y "Señor de Nubia. Es, por tanto, un dios de origen extranjero, como otros que hubo en el panteón egipcio.
Sin duda lo que más llama la atención de Bes es su aspecto físico: un hombre enano, barrigudo, con larga barba y que enseña la lengua. Generalmente aparece desnudo, pero también puede llevar una piel de leopardo, un cinturón y un tocado de plumas en la cabeza. En sus manos lleva signos protectores como el sa o un cuchillo, con los que espanta a los malos espíritus y a animales peligrosos. También puede llevar instrumentos musicales, que utiliza igualmente para alejar los peligros.
Símbolo Sa o Shen. Amigos del antiguo Egipto
Curiosamente, Bes suele aparecer representado de frente, en lugar de perfil como era habitual en el arte egipcio. Mucho menos frecuente es encontrarlo representado con su forma animal, el león o el mono.

Genio protector
A pesar de su aspecto grotesco, Bes fue un dios que gozó de gran popularidad entre los egipcios, especialmente entre las clases populares. La devoción por este dios, y otros también considerados protectores del hogar y la familia, fue tal que incluso se les siguió adorando en época de Akhenatón.
Bes estuvo especialmente relacionado con las mujeres, pues era uno de los dioses protectores de las embarazadas y parturientas, junto con la diosa hipopótamo Taweret, de la que es esposo. Llegado el momento del parto, se recitaban oraciones pidiendo la ayuda del dios para que espantara con su aspecto y sus armas a los demonios que podían hacer peligrar la vida de madre e hijo.
Taweret. Wikipedia
Su imagen ha aparecido en forma de numerosos amuletos, que se llevaban colgados en collares, y también en objetos de tocador, como espejos y cajas para guardar cosméticos, y en las cabeceras de las camas para proteger a los egipcios de las pesadillas durante las horas de sueño. Su imagen era pintada en las casas, especialmente en la habitación donde la mujer de la casa daba a luz. Así, se protegía el hogar de la presencia de espíritus negativos, de la picadura de animales venenosos (serpientes, escorpiones) o de padecer el mal de ojo por culpa de algún vecino envidioso.
Como protector del rey y de la Casa Real, también gozó de la devoción de las élites.
Silla adornada con la cabeza de Bes
Dios de la música y el amor
Bes fue el encargado de proteger el matrimonio y, por tanto, estuvo también vinculado al amor. Pero progresivamente se le fue asociando también al amor sexual y a los placeres, y se creía que potenciaba la sexualidad en forma de amuletos en los que aparecía con el pene erecto. En la Baja Época llegaron a existir en Menfis unos lugares, conocidos como “las habitaciones de Bes”, que se cree que pudieron servir para mantener relaciones sexuales. En esta época también se le asocia a Horus niño, o Harpócrates.
Bes. Fuente: Jeff Dee (Deviantart)
Como dios de la música, Bes puede aparecer representado tocando el tambor, el laúd o el arpa. En el mito de la Diosa lejana, el dios formó parte del cortejo enviado por Ra para apaciguar a su hija con su música y su canto.
Bes tocando el pandero
Mundo funerario
Al igual que velaba por los sueños de los vivos, Bes también se encargaba de cuidar de los difuntos que habían sido enterrados con reposacabezas en los que aparecía su imagen, otorgándoles la paz y el descanso.
Además, estaba vinculado al mito solar como protector del dios Sol y guardián de la puerta del horizonte oriental del Más Allá.
Cantantes, músicas y prostitutas solían tatuarse al dios
El culto de varios dioses egipcios, entre ellos Bes, fue exportado a otros países por comerciantes como los fenicios, o militares como los romanos. En concreto el culto de este simpático diosecillo se propagó por todo el Mediterráneo, y se han encontrado imágenes suyas en lo que fue Fenicia, Chipre o incluso en Ibiza.

Bibliografía:
  • FLETCHER, JOANN (2002): Egipto, el libro de la vida y la muerte. Ed. Círculo de lectores. España, Barcelona. 
  • CASTEL, ELISA (2001): Gran diccionario de mitología egipcia. Ed. Alderabán. España, Madrid.
  • http://egiptologia.org/?page_id=1958


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