Buenos días, amigos. Hoy me vais a permitir escribir una entrada un poco diferente a las que suelo escribir cada domingo.
Como supongo que sabréis, ciertos individuos descerebrados y bárbaros, cuyo nombre no me da la gana escribir, pues con sus actos deleznables solo quieren propaganda, han cometido recientemente uno de los actos más abominables que se puedan cometer, además de quitarle la vida a personas inocentes: Un intento de damnatio memoriae en toda regla. Porque, aunque este término suene a tiempos pasados, a tiempos oscuros de hace cientos o miles de años, desgraciadamente hoy día está de actualidad.
Hoy escribo para evitar "la condena del olvido" que estos bárbaros quieren imponer a la cuna de la civilización, la antigua Mesopotamia. No diré sus nombres, no hace falta. Todos sabemos quiénes son.
Hoy mi egiptomanía cede su puesto a mi amor por la historia en general, y al rechazo por todo tipo de acto bárbaro y sin sentido, como es este del que hemos sido testigos hace apenas un par de días.
Pero no voy a poner imágenes de eso. Eso es lo que ellos querrían, aterrorizarnos con las barbaridades que son capaces de hacer por defender sus erróneas ideas.
Aunque expertos dicen que la mayoría de las piezas destruídas son solo reproducciones, algunas de ellas sí son originales; como es el caso de los enormes lamassu, condenados por su tamaño a la destrucción y al olvido. O al menos esto último pretenden esos descerebrados. Pero no lo van a conseguir.
Hoy, contra la barbarie y la intolerancia, mi pequeño y humilde granito de arena es este. No hablar de su destrucción, sino de lo que representan estas hermosas esculturas.
Lamassu de Jorsabad (Irak) |
Los lamassu
Estas criaturas eran consideradas divinidades protectoras. Se trataba de seres híbridos con cuerpo de león o de toro, cabeza humana y alas de águila, tocados con la mitra con cuernos característica de los dioses mesopotamios.
Los asirios adoptaron posiblemente de los hititas la costumbre de poner como guardianes en las entradas de sus edificios a estos animales monstruosos. Eran, por tanto, elementos apotropaicos, es decir, protectores, para guardar las puertas de las ciudades o palacios, generalmente en parejas como vemos en la imagen de arriba.
Su aspecto temible estaba pensado para infundir respeto y espantar a los espíritus maléficos y a los enemigos, acabando con la vida de todo aquel que no tuviese buenas intenciones (qué irónico). Los asirios se creían rodeados de una multitud de demonios causantes de
calamidades y males, como Pazuzu (rey de los espíritus malignos del
aire), Lamashtu (devoradora de niños) o Labartu (demonio femenino
causante de enfermedades). En contraposición, tambien creían en la existencia de seres
benignos, de adscripción celestial, como los mencionados Lamassu, Shedu o Utukku. Estos
seres, volubles y caprichosos, debían ser contrarrestados mediante
prácticas mágicas (shiptu) u oraciones (nish qati).
Pintura de un lamassu, palacio provincial de Til Barsip (Tell Ahmar, Siria). Siglo IX a.C. |
Iconografía
Al estar subordinadas a la arquitectura y adaptadas a un marco estructural, sus figuras fueron, invariablemente, de aspecto cuadrangular, admitiendo dos puntos de vista: podían ser observadas desde un punto de vista frontal o bien lateral, por lo que se representaron con cinco patas, visibles a un tiempo sólo si se las observaba oblicuamente (ver foto abajo).
Al estar subordinadas a la arquitectura y adaptadas a un marco estructural, sus figuras fueron, invariablemente, de aspecto cuadrangular, admitiendo dos puntos de vista: podían ser observadas desde un punto de vista frontal o bien lateral, por lo que se representaron con cinco patas, visibles a un tiempo sólo si se las observaba oblicuamente (ver foto abajo).
Lamassu y Gilgamesh |
Al igual que los relieves, cuentan con una extraordinaria preocupación por los detalles y ornamentos, a pesar de sus dimensiones. Entre los más bellos destacan los del palacio de Dur-Sharrukin, hoy Jorsabad (Irak), de Sargón II, representados con gran número de adornos.
Las figuras que protegían el acceso al
palacio, así como al Salón del trono, llegan a proporciones
verdaderamente monumentales. Aquí, entre los seis lamassu (de 4,20 m de
altura cada uno) de la puerta principal del palacio, (uno de ellos en el Museo de
Chicago), aparece una mítica figura de la antigua civilización sumeria,
la del héroe del león (de casi 5 m de altura), con el cuerpo de perfil y
el rostro de frente, conocido por las dos versiones del Museo del
Louvre (en una lleva túnica corta y en la otra toga), con su larga barba
rizada, sus bucles, su machete y su león; algunos autores no dudan en
identificar este personaje con Gilgamesh,
el antiguo rey de Uruk (foto de arriba).
Lamassu en el Louvre |
Junto a ellos también podían aparecer relieves de genios alados como este:
Estas grandes esculturas mesopotámicas pueden verse hoy día conservados en museos como el British Museum en Londres, el Louvre de París, el Metropolitan de Nueva York, el Museo de Pérgamo en Berlín y el Instituto Oriental de Chicago. E imagino que aún quedará alguno en algún museo iraquí...o no...
Genio alado en alabastro. Siglo IX a.C. Louvre |
Lamassu del Museo de Pérgamo, con cuerpo de león |
Los toros en Mesopotamia se
asociaban a las corrientes de agua que llevaban la fertilidad, y también al poder. Por otra parte, la cabeza humana les dotaba de inteligencia y la larga barba les ligaba a las divinidades, al igual que la corona con cuernos.
La cara de los lamassu
representaba al rey que gobernaba en el momento de levantarse la
escultura.
Por el bajo vientre asoman escamas de pez y las alas de águila les relacionan con el sol.
Por tanto, son seres que recrean el equilibrio entre el cielo, la tierra y el
agua, y permiten intermediar entre los hombres y las divinidades.
Lamassu, Instituto Oriental de Chicago |
Como
espíritus del hogar protegían al pueblo, que enterraba tablillas de arcilla con representaciones de estos genios protectores en el umbral de sus casas para protegerlas.
Como ya dije, se colocaban en parejas a la entrada de los palacios y las ciudades, en tamaño
colosal. A veces, también eran motivo de decoración parietal en los palacios, como en el dibujo de más arriba.
Esta criaturas aparecerían posteriormente en el arte persa, donde con algunas variantes se representaron en las entradas monumentales de Persépolis.
Persépolis |
No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños
Cicerón (106 a.C.- 43 a.C.), escritor, orador y político romano.
Bibliografía y webgrafía:
- Prehistoria y primeras culturas, el amanecer del arte. Historia del arte, el lenguaje de los genios. Madrid: Signo editores, 2012, volumen 1.
- http://en.wikipedia.org/wiki/Lamassu
- http://www.artehistoria.com/
Me encanto; me ayudo bastante en realizar algunos trabajos para la universidad porque los estamos estudiando.
ResponderEliminarGracias por leerme, Camelia. Me alegra que mi artículo te haya ayudado. Un saludo
EliminarHay alguna relación con el minotauro?
ResponderEliminarHola, no hay relación con el minotauro de la mitología cretense. El toro es un animal muy presente en todas las culturas del Mediterráneo desde la Prehistoria, pero los lammasu y el minotauro son seres mitológicos distintos. Un saludo
EliminarCuales fueron los materiales para construirlo????
ResponderEliminarHola, los lamassu se construían en piedra.
EliminarInformación muy interesante, gracias por su aportación
ResponderEliminarCuál es la relación del lamassu con otras esculturas? Y cuál es la relación de los lamassus con el tiempo histórico? Un saludo gracias
ResponderEliminarUn artículo muy completo e interesantisimo. Me inquietan las figuras humanas que aparecen detrás de ellos, llevan algo como ramas en la mano derecha y otra cosa colgando de la izquierda. Parecieran pastores poderosos, ¿sabes algo de esto?
ResponderEliminarExcelente
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