jueves, 5 de diciembre de 2019

Ramsés II, el hijo del sol (III parte): faraón guerrero

El largo reinado de sesenta y seis años del faraón Ramsés II, y la época de prosperidad que vivió, le permitieron llevar a cabo numerosos proyectos constructivos, por lo que es el rey con mayor presencia en toda la geografía egipcia. 
Su rostro redondeado, de nariz prominente, pómulos altos, ojos almendrados y sonrisa permanente nos contempla desde museos de todo el mundo. Ramsés consiguió así garantizar su lugar en la eternidad, ya que en caso de que su momia hubiese desaparecido su alma podría haber encontrado reposo en sus estatuas, según las creencias egipcias.
Pero otro aspecto muy destacado del rey fue su faceta como faraón guerrero. Ya hemos visto que el rey debía garantizar la Maat no solo con la construcción de templos a los dioses, sino también protegiendo el territorio egipcio. No en vano uno de sus nombres de coronación fue El que protege a Egipto y somete a los países extranjeros.
Ramsés II. British Museum. Fuente: ancient-origins.es
Faraón guerrero:
La familia ramésida no era de origen real, sino que procedían del estamento militar. Fue el faraón Horemheb, otro militar como ellos, quien les dio acceso al trono al elegir como sucesor (ya que él no tenía hijos varones) al anciano Ramsés I.
El hijo de éste, Seti I, quiso que el príncipe Ramsés aprendiera el arte de la guerra desde muy joven, por lo que le acompañó en las campañas militares contra asiáticos, libios y nubios desde su adolescencia. 
Aunque recibió el título de Comandante en jefe del ejército con sólo diez años, no sería hasta años más tarde cuando el aún príncipe Ramsés comandaría las tropas egipcias por primera vez, para frenar una revuelta en la Baja Nubia. Para entonces el príncipe heredero tenía ya varios hijos con sus esposas Nefertari e Isis Nofret. Años más tarde se hizo representar en los muros del templo nubio de Beit el Wali derrotando a los nubios junto a sus hijos, a pesar de que entonces eran unos niños de cuatro y cinco años.
En el año 20 de reinado, y al igual que hiciera Seti I con él, Ramsés encargó a sus hijos mayores (principalmente de Isis Nofret) sofocar una revuelta en Nubia, de la cual se obtuvo 7000 prisioneros, según las fuentes.
El príncipe Ramsés y sus hijos (derecha) se enfrentan a los nubios. Beit el Wali. 
Aunque la batalla de Qadesh es la mas famosa, durante su largo reinado Ramsés tuvo que guerrear en otras ocasiones. El primer enfrentamiento de su reinado se produjo durante el año 2 contra los piratas sherden, que formaban parte de los misteriosos Pueblos del mar. Estos piratas procedentes probablemente de Cerdeña se dedicaban a robar el cargamento de los barcos que cruzaban el Mediterráneo. Pero no contentos con eso, en ocasiones desembarcaban en las costas del delta, atacando navíos y saqueando ciudades egipcias.
Para acabar con estos ataques, Ramsés situó a sus tropas y barcos en puntos estratégicos a lo largo de la costa. Cuando los sherden volvieron a atacar, fueron pillados por sorpresa y derrotados. Sin embargo, debido a sus habilidades como mercenarios el faraón los incorporó a su ejército e, incluso, creó una guardia personal compuesta por estos hombres, cuyo característico casco con cuernos y escudo redondo fueron representados en el arte egipcio.
No mucho después de neutralizar a los sherden, Ramsés estableció una línea defensiva en la frontera noroeste de Egipto. Al igual que en Nubia, se construyeron una serie de fuertes para proteger la zona del borde del delta y la costa oeste, desde Umm el-Rakham hasta Menfis. Estos fuertes con muros de 12 metros de altura y control sobre los pozos de agua dominaban la línea de costa y daban provisiones y protección a los barcos que seguían la ruta comercial entre Creta y Menfis. Además, servían de freno a los intentos de invasión del delta por parte de las tribus libias.
Fuertes del Noroeste del delta (en rojo) . Fuente: histoiredelantiquite.net
El imperio egipcio llegó a su máxima expansión en tiempos de Tutmosis III (1479-1425 a.C.). Sin embargo, durante el gobierno de Akhenatón y sus efímeros sucesores la influencia egipcia en Oriente Próximo se vio muy perjudicada por el desinterés del llamado faraón hereje en la política exterior. Al mismo tiempo que esto pasaba, el principal aliado de Egipto en la zona, el reino de Mitanni (Naharina en egipcio), caía en decadencia en beneficio del reino de Hatti.
Así, los intentos por recuperar la ciudad estado-siria de Qadesh en tiempos de Akhenatón y Tutankhamón resultaron en fracaso. Sólo con la llegada de Seti I al trono se lograría recuperar brevemente la ciudad.
Ciudad de Qadesh y región de Amurru, en Siria. Fuente: Auge y caída del antiguo Egipto.
Pero, ¿por qué era tan importante Qadesh? Esta ciudad-estado siria (actual Tell Nebi Mend) estaba situada en el fértil valle del río Orontes, y controlaba una de las pocas rutas que cruzaban la cordillera de la costa uniendo la Siria interior con el litoral mediterráneo. Por ello era de gran importancia estratégica para controlar la región entera. Siglos más tarde, a pocos kilómetros de allí, los Cruzados construirían el Crac de los caballeros, el mayor castillo cruzado.
Además, al estar en una bifurcación fluvial formada por el río Orontes y uno de sus afluentes, Qadesh estaba protegida por tres de sus cuatro lados. En el lado sur se excavó un canal que unía ambos ríos y que, de hecho, convertía a la ciudad en una isla.
Qadesh, Siria. Actual Tell Nebi Mend. Durham University
Qadesh controlaba un punto estratégico en la zona. Oxford University
Ramsés había sido testigo de la breve recuperación de Qadesh por parte de su padre, y veía como una humillación al poder egipcio que esta hubiera vuelto a pasar al bando hitita. Decidido a acabar con esta situación, en el año 4 de reinado lanzó su primera campaña militar en Siria, con el objetivo de recuperar la influencia egipcia en Amurru, una vasta región de Siria central situada entre el río Orontes y el mar Mediterráneo, cuyo rey era ahora vasallo del hitita. 
Ramsés recuperó el control sobre Amurru, su rey Benthesima volvió a pagar tributo a Egipto, y reafirmó su poder en las zonas ya controladas por Egipto, donde además dejó guarniciones del ejercito para que controlaran las posibles revueltas instigadas por los hititas. 
Tenemos constancia de esta campaña del año 4 por las estelas que Ramsés mandó erigir a su paso por las ciudades portuarias de Tiro y Biblos, en El Líbano.

La batalla de Qadesh:
Los caballos de Ramsés II en un anillo. Louvre
Una vez recuperado el control en Amurru, Ramsés volvió a Egipto para terminar de preparar la campaña que devolvería el dominio egipcio sobre la ciudad estratégica de Qadesh. El rey hitita Muwatallis, por su parte, formó una coalición con otros príncipes asiáticos para enfrentarse al ejército del faraón. Contaba con 2500 carros y 37000 soldados de infantería.
Con treinta años, en la primavera de su quinto año de reinado (1274 a.C.) Ramsés II marchó con su ejército en un carro tirado por sus dos caballos preferidos: Victoria en Tebas y Mut está satisfecha, y acompañado de su león. 
Los soldados egipcios y mercenarios extranjeros (sherden, libios y nubios) sumaban 20000 hombres, divididos en 4 divisiones de 5000: Amón (la principal, al mando del faraón, formada por soldados de Tebas), Ra (de Heliópolis), Ptah (Menfis) y Seth (delta). El faraón contaba también con 2000 carros.
Atravesaron Gaza, subieron por la costa, pasando por Tiro y Biblos, y finalmente se aproximaron a Qadesh un mes después, atravesando el valle de Bekka. 
Valle de Bekka, Líbano. Fuente: Los viajes de Ali
Al mismo tiempo, la fuerza de élite formada por soldados naharinos que el faraón había preparado en la campaña anterior marcharon también a Qadesh por mar, remontando la costa fenicia, con la orden de llegar a la ciudad el mismo día que Ramsés y sus 4 divisiones. Estos soldados resultarían muy útiles, como veremos.
Ramsés y sus soldados alcanzaron el bosque de Labwi, a unos 16 kilómetros al sur de Qadesh, donde los guardias egipcios capturaron a dos beduinos sashu entre los árboles. Tras ser interrogados, informaron de que Muwatallis y sus hombres estaban a 200 kilómetros al norte de Qadesh, demasiado asustados como para acercarse sabiendo de la llegada del ejército egipcio. Al encontrarse a varios días de distancia, el faraón consideró que podía tomar la ciudad fácilmente con su división ese mismo día. Ordenó entonces atravesar el Orontes e instalar el campamento al noroeste de Qadesh. Después, la división Ra se dispuso a atravesar el vado, mientras que las otras dos estaban todavía más al sur.
Pero dos espías hititas fueron capturados y desvelaron la verdad: que el ejército hitita estaba al otro lado de la ciudad, listo para atacar. 
Ramsés reunió con urgencia a su consejo de guerra, como vemos en  la imagen de abajo. Se enviaron mensajeros a las dos divisiones más alejadas para que acelerasen la marcha y pudieran ayudar a sus compañeros ante el inminente ataque. Pero entonces aparecieron los carros hititas, impidiendo que la división de Ra llegase junto a la de Amón, dejando a ésta y al faraón acorralados. 
Con la ayuda de su padre, el dios Amón, y de su auriga Menna el faraón y sus hombres encararon a los hititas, aunque estaban claramente en desventaja. Finalmente, como oyendo sus plegarias, las tropas naharinas, que habían seguido la ruta de la costa por orden del faraón, aparecieron por el noroeste justo a tiempo y acudieron en ayuda de la división de Amón. 
La llegada de los naharinos del faraón (venía) del país de Amurru. Encontraron que la tropa de los enemigos del Hatti habían entrado en el campamento del faraón por el lado oeste [...]. Y los naharinos atacaron la tropa del vil vencido del Hatti, mientras entraba en el campo del faraón. Los servidores de Su Majestad los mataron y no permitieron escapar a ninguno de los dos, su corazón fortalecido por la gran fuerza del faraón.
Ahora eran los hititas, dedicados al saqueo del campamento por creerse ya victoriosos, quienes fueron pillados por sorpresa. Gracias a los naharinos, las divisiones de Amón y Ra pudieron reagruparse, y finalmente llegó la división de Ptah. Ramsés lideró entonces la carga contra la caballería hitita, haciéndola retroceder y cruzar el vado del río cercano a Qadesh. Al menos dos hermanos del rey Muwatallis murieron, uno de ellos ahogado en el río. El rey hitita, que había permanecido lejos del combate junto a la infantería, ordenó la retirada de sus tropas a la ciudadela, que fue puesta bajo asedio.
La ciudadela de Qadesh asediada por los egipcios. Abu Simbel
A la mañana siguiente las tropas egipcias, ya recuperadas, se disponen de nuevo a la lucha. Sin embargo, habían perdido muchos hombres, y a Muwatallis tampoco le interesaba un largo asedio, así que cuando el hitita propuso un armisticio al faraón, este aceptó. Los hititas recuperaron el control de Amurru y Qadesh (y destituyeron al rey Benthesima), y los egipcios mantuvieron el poder en la costa levantina y el territorio al sur de Qadesh.
Por tanto, el objetivo principal de la campaña fracasó, ya que Qadesh no fue tomada por los egipcios. De hecho, nunca se representa esto en las imágenes, ni se menciona en los textos egipcios. Pero el faraón sí presentó su gran victoria frente al ataque de los hititas, gracias al dios Amón, en los muros de Abu Simbel, Karnak, Luxor, Abydos y el Rameseo. Las imágenes van acompañadas de textos en los que se narra el desarrollo de los hechos: en el llamado <<Boletín>>, un breve informe, y en el <<Poema de Pentaur>>, más extenso, redactado por dicho escriba.

Después de Qadesh:
La rivalidad entre egipcios e hititas duró otros quince años más, durante los cuales siguieron disputándose la influencia sobre estados y ciudades, que cambiaban sus lealtades según sus intereses, u obligados por las armas de un bando u otro.
La campaña fracasada para tomar Qadesh dio pie a algunos gobernantes locales a organizar revueltas contra el poder egipcio y a dejar de pagar los tributos, de manera que en los años siguientes Ramsés y su ejército tuvieron que volver a reestablecer su autoridad en Canaán y en torno al mar Muerto, en Galilea.
Entre los años 8 y 10 de reinado se tomaron dieciocho ciudades, entre las que destacan Dapur y Tunip, al norte de Qadesh, que se habían perdido hacía 120 años. Se intentaba con ello aislar a Qadesh. Esta vez sí, Ramsés dejó constancia en los muros de Luxor y el Rameseo del asedio y conquista de estas ciudades, acompañado de sus hijos mayores.
Las flechas atravesando la bandera indican que Dapur sí fue tomada por los egipcios
Sin embargo, al ser ciudades más cercanas al reino hitita que al egipcio, el control sobre ellas duraba poco. Las guarniciones de soldados egipcios dejadas allí no podían hacer frente a los hititas cuando volvían para recuperarlas. Este círculo vicioso de batallas y enfrentamientos, y de lealtades cambiantes, solo pudo llegar a su fin por dos circunstancias: el ascenso de los asirios, y las disputas por el trono hitita entre el hijo y el hermano del ya fallecido Muwatallis. Podéis leer sobre ello en esta otra entrada: La lucha por el trono hitita.
El desgaste por las continuas guerras y la amenaza de nuevos enemigos llevó a Ramsés II y al nuevo rey hititia, Hattusil III, a optar por la diplomacia en lugar de la guerra, y a firmar en el año 21 de reinado el primer tratado de paz de la Historia que se conserva.
Versión hitita del tratado de paz
I parte: Ramsés, el hijo del Sol
II parte: Ramsés, faraón constructor

Bibliografía:
-MENU, BERNADETTE (1998): Ramsés II. Ed. Ediciones B. España, Barcelona.
-DESROCHES NOBLECOURT, C. (1998): Ramsés II, la verdadera historia. Ed. Ediciones Destino. España, Barcelona.
-TYLDESLEY, J. (2000): Ramesses. Egypt's Greatest Pharaoh. Ed. Penguin books. England.
-SHAW, Ian. (2007): Historia del antiguo Egipto. Ed. La esfera de los libros. España, Madrid.
-WILKINSON, Toby. (2011): Auge y caída del antiguo Egipto. Ed, Debate. España, Barcelona


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