Buenos días, amigos del templo de Seshat. En la entrada de hoy os traigo la reseña de la novela Renacimiento.
Quiero dar las gracias de nuevo a la autora por enviarme un ejemplar de su novela.
Sobre la autora
Beatriz Malo nació en Guadalajara en 1991. Es licenciada en Historia en la Universidad de Salamanca, y ha hecho un máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad en Madrid (UCM-UAM). Actualmente está realizando el proyecto de fin de máster sobre las guerras de Ramses II en la UCM y en la UAM. Su pasión por la historia, y en especial del Próximo Oriente y Egipto, se refleja también en el tema de sus novelas, teniendo como punto de unión la Antigüedad.
Otros títulos publicados son Innasum (2013) e Isis (2015).
Beatriz Malo |
Traer al presente un trozo del pasado. Ese es el gran éxito que consigue un equipo de investigadores: devolver la vida por unas pocas horas a Senenmut, una de las figuras más excepcionales del antiguo Egipto.
Badia, arqueóloga y miembro del equipo, ve cumplido el sueño de toda una vida: hablar con el hombre que siempre deseó conocer y del que la separaban 3500 años.
Senenmut verá en ella a la diosa que va a juzgar su corazón y justificará su vida al lado de la mujer que fue su amante, su reina y su faraón al mismo tiempo.
Badia escuchará al fin la historia de sus
propios labios, la historia de su relación con aquella mujer
extraordinaria con la que compartió las instancias más altas del poder; y
prolongarla así para la eternidad.
Opinión personal
En Renacimiento, Beatriz Malo nos cuenta dos historias relacionadas entre sí, aunque separadas en el tiempo por cerca de 3500 años.
En Renacimiento, Beatriz Malo nos cuenta dos historias relacionadas entre sí, aunque separadas en el tiempo por cerca de 3500 años.
Por un lado tenemos el relato del proyecto llevado a cabo por un equipo multidisciplinar de científicos para devolver la vida a Senenmut, funcionario y arquitecto en tiempos de la reina Hatshepsut, y uno de sus principales apoyos.
Por otro lado, el propio Senenmut cuenta en primera persona su historia, desde el momento en que comenzó a servir a la entonces princesa Hatshepsut, hasta su propia muerte.
Me parece muy acertado ir alternando un capítulo en tercera persona (donde vemos el desarrollo del proyecto llevado a cabo por la egiptóloga Badia Winfrey), con otros donde el propio Senenmut nos cuenta su vida al lado de la reina-faraón (estos se reconocen por el dibujo de un bonito escarabajo alado al principio de cada capítulo). De esta manera la autora consigue que haya un paralelismo entre ambas historias, que tienen en común la lucha por alcanzar el éxito: para unos, resucitar a Senenmut; para otros, coronar faraón a Hatshepsut. Para ello, unos y otros tendrán que hacer frente a mil y una trabas en su camino.
El relato de la investigación científica está situado en una fecha indeterminada, en un Egipto que hace años sufrió una guerra civil (claramente inspirada en la Primavera árabe y la situación de otros países de la zona, como Siria). Como resultado, Egipto es controlado por el gobierno francés desde que ayudara a finalizar el conflicto décadas atrás. Esto perjudicará al equipo de Badia, financiado por el inglés Andrew Donovan, debido a la rivalidad política y científica existente entre Francia e Inglaterra.
De igual manera, en su época también Senenmut y Hatshepsut tuvieron que hacer frente a rivales políticos en su camino hacia el trono. Pero también contaron con aliados como Hapuseneb, Sumo sacerdote de Amón, la nodriza de la reina Sat-Ra, o el famoso Djehuty.
Sin duda de ambas historias la que más me ha gustado ha sido la ambientada en el antiguo Egipto. La autora demuestra un gran conocimiento de la época no cayendo en tópicos como el supuesto odio que existiría entre la "usurpadora" Hatshepsut y su sobrino Tutmosis III, o la destrucción por parte de éste de su memoria. Los egiptólogos actualmente están de acuerdo en que esta damnatio memoriae fue llevada a cabo principalmente en reinados de faraones posteriores; tampoco se considera ya a esta reina una usurpadora, sino que se reconoce que tenía todo el derecho a reclamar el trono por su sangre real, como hija de la Gran Esposa Real Ahmes, mientras que su hermanastro (Tutmosis II) y su sobrino (Tutmosis III) eran hijos de esposas secundarias.
Todo esto se lo contará Senenmut a Badia, en un escenario recreado para la ocasión como si fuera el Más Allá, donde el hombre de confianza de la reina creerá estar confesándose a la mismísima diosa de la justicia, Maat.
Así, Badia consigue al fin confirmar las teorías sobre el reinado de Hatshepsut que durante años había ido desarrollando a lo largo de sus investigaciones en museos y yacimientos arqueológicos: desde el Museo de El Cairo, hasta Deir el-Bahari o las canteras de Gebel El-Silsilah.
Lo que más me ha gustado: La historia que nos cuenta Senenmut; la autora ha recreado de una forma bastante coherente, y sin caer en los tópicos, cómo debió ser el comienzo del reinado de Hatshepsut, su relación con su sobrino y el paso entre el gobierno de una al del otro. También vemos momentos históricos del reinado de esta singular mujer como la construcción del templo de Deir el Bahari, los obeliscos de Karnak o la expedición al exótico país de Punt. Otro punto a su favor es que consigue transmitirnos la ilusión y el empeño de Badia por que su proyecto salga bien, sacrificando en demasiadas ocasiones su vida personal.
Lo que menos: El libro en general me ha gustado mucho, y me lo he leído en pocos días. Está muy bien escrito y bien documentado, y el ritmo no decae en ningún momento. Pero al principio hubo algunos detalles que me confundieron un poco, como el hecho de que la historia de Badia no esté contada linealmente, sino que comienza por el final, para luego volver al principio, o que se hable de una guerra civil que (afortunadamente) no ha ocurrido en Egipto y que hizo que me costara ubicarme cronológicamente. También he echado de menos conocer algo más en profundidad a la propia Badia, que resulta en ocasiones un personaje demasiado superficial, y demasiado obsesionada con resucitar a Senenmut, cueste lo que cueste. Quizás un reencuentro con su madre biológica hubiera sido el detalle idóneo para ello. Sin embargo son pequeños detalles, que no desmerecen todo lo demás.
Por otro lado, el propio Senenmut cuenta en primera persona su historia, desde el momento en que comenzó a servir a la entonces princesa Hatshepsut, hasta su propia muerte.
Estatua de Senenmut con la princesa Neferura |
Me parece muy acertado ir alternando un capítulo en tercera persona (donde vemos el desarrollo del proyecto llevado a cabo por la egiptóloga Badia Winfrey), con otros donde el propio Senenmut nos cuenta su vida al lado de la reina-faraón (estos se reconocen por el dibujo de un bonito escarabajo alado al principio de cada capítulo). De esta manera la autora consigue que haya un paralelismo entre ambas historias, que tienen en común la lucha por alcanzar el éxito: para unos, resucitar a Senenmut; para otros, coronar faraón a Hatshepsut. Para ello, unos y otros tendrán que hacer frente a mil y una trabas en su camino.
El relato de la investigación científica está situado en una fecha indeterminada, en un Egipto que hace años sufrió una guerra civil (claramente inspirada en la Primavera árabe y la situación de otros países de la zona, como Siria). Como resultado, Egipto es controlado por el gobierno francés desde que ayudara a finalizar el conflicto décadas atrás. Esto perjudicará al equipo de Badia, financiado por el inglés Andrew Donovan, debido a la rivalidad política y científica existente entre Francia e Inglaterra.
De igual manera, en su época también Senenmut y Hatshepsut tuvieron que hacer frente a rivales políticos en su camino hacia el trono. Pero también contaron con aliados como Hapuseneb, Sumo sacerdote de Amón, la nodriza de la reina Sat-Ra, o el famoso Djehuty.
Sin duda de ambas historias la que más me ha gustado ha sido la ambientada en el antiguo Egipto. La autora demuestra un gran conocimiento de la época no cayendo en tópicos como el supuesto odio que existiría entre la "usurpadora" Hatshepsut y su sobrino Tutmosis III, o la destrucción por parte de éste de su memoria. Los egiptólogos actualmente están de acuerdo en que esta damnatio memoriae fue llevada a cabo principalmente en reinados de faraones posteriores; tampoco se considera ya a esta reina una usurpadora, sino que se reconoce que tenía todo el derecho a reclamar el trono por su sangre real, como hija de la Gran Esposa Real Ahmes, mientras que su hermanastro (Tutmosis II) y su sobrino (Tutmosis III) eran hijos de esposas secundarias.
Hatshepsut |
Así, Badia consigue al fin confirmar las teorías sobre el reinado de Hatshepsut que durante años había ido desarrollando a lo largo de sus investigaciones en museos y yacimientos arqueológicos: desde el Museo de El Cairo, hasta Deir el-Bahari o las canteras de Gebel El-Silsilah.
Templo de Deir el-Bahari |
Lo que menos: El libro en general me ha gustado mucho, y me lo he leído en pocos días. Está muy bien escrito y bien documentado, y el ritmo no decae en ningún momento. Pero al principio hubo algunos detalles que me confundieron un poco, como el hecho de que la historia de Badia no esté contada linealmente, sino que comienza por el final, para luego volver al principio, o que se hable de una guerra civil que (afortunadamente) no ha ocurrido en Egipto y que hizo que me costara ubicarme cronológicamente. También he echado de menos conocer algo más en profundidad a la propia Badia, que resulta en ocasiones un personaje demasiado superficial, y demasiado obsesionada con resucitar a Senenmut, cueste lo que cueste. Quizás un reencuentro con su madre biológica hubiera sido el detalle idóneo para ello. Sin embargo son pequeños detalles, que no desmerecen todo lo demás.
Prólogo |
Frases de la novela
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-¿No te parece increíble que hayamos devuelto a la vida a una persona a partir de unos simples huesos?-le habló en voz baja.
-Sí -levantó la vista, para mirar también por encima de la pantalla del ordenador.
-Cuando empezamos tan solo teníamos una momia, y ahora...
A lo largo de su vida muchos la cuestionaron. Dijeron que yo era responsable de todos y cada uno de sus actos, dijeron también que era yo el que realmente gobernaba tras ella. Eso no es cierto. Todas sus cualidades eran extraordinarias, pero yo le dí la experiencia que a ella le faltaba.
Djehuty también había venido con nosotros y aquella iba a ser la primera vez que iba a demostrar su valía. Consideré que ya había llegado el momento de ofrecerle un puesto de gran responsabilidad sin depender de mí. Su deber sería supervisar los trabajos en nombre de la reina [...].
[...] tras marcar la clave para abrir la cámara, le abrió la tapa para que lo viera [...]. Cada vez que pensaba en él tenía en la cabeza ese rostro. Veía la cara de un hombre de unos sesenta años de edad, de rasgos fuertes, con arrugas sobre todo alrededor de su boca y en los ojos, la piel ligeramente tostada, su pelo negro como el carbón; exactamente como se habría visto justo el día de su muerte.
Siempre quiso que la recordaran, que su nombre permaneciera a lo largo de las generaciones. Soñaba con que al paso de los años, cuando la gente mirara sus monumentos, hablaran de lo que ella había hecho. Y yo fui el que hizo posibles todas sus ilusiones.
Parece una historia interesante....enhorabuena a la autora.
ResponderEliminarGracias por compartir.
Hola, Maria. Es una novela muy entretenida, que engancha y se lee rápido. Te la recomiendo
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