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martes, 6 de noviembre de 2018

Egiptomanía, pasión por el antiguo Egipto

Aunque la palabra "egiptomanía" no está reconocida por el diccionario de la Real Academia de la lengua española (y algunos prefieren usar "egiptofilia"), todo el mundo ha escuchado alguna vez en su vida esta palabra. La egiptomanía va mucho más allá de coleccionar figuritas de Tutankhamón; la propia historia de su origen y desarrollo es muy interesante.

Orígenes de la egiptomanía: Grecia y Roma
A pesar de que, evidentemente, no es lo mismo ser egiptomaníaco que egiptólogo, la pasión por todo aquello relacionado por el antiguo Egipto es anterior al nacimiento de la egiptología.
Los primeros en sentirse fascinados por la cultura que surgió a orillas del Nilo fueron los griegos.
Egipto entró en contacto, principalmente comercial, ya con la Grecia minoica y micénica, en tiempos del Reino Medio y Nuevo.
Homero, en la Ilíada y la Odisea, nos transmite una visión de Egipto como una tierra de infinitas riquezas y sabios.
Entre los siglos VI y V a.C. varios viajeros y sabios griegos acudieron a Egipto para aprender de los sacerdotes egipcios en las llamadas Casas de la Vida, donde se enseñaba astronomía, medicina, matemáticas y filología. Por ejemplo, Pitágoras estudió astronomía y geometría en una de estas escuelas, anexas a los grandes templos.
Pero fue la visita que realizó el historiador Herodoto en el siglo V a.C. la que desató lo que podríamos llamar primera "egiptomanía" entre los helenos. El "Padre de la Historia" nos narra cómo era el Egipto que él observó, cuando aún era una civilización viva, aunque lejos de sus tiempos de esplendor, en los libros II y parte del III de su Historia. Ante sus ojos apareció un Egipto profundamente religioso, cuyos sabios sacerdotes y escribas eran guardianes de una historia y una sabiduría tan antigua que, en su opinión, la propia cultura griega debía derivar de la egipcia en muchos aspectos.
Kouros, estatua de joven de época arcaica, con clara influencia egipcia
Aunque hoy en día se sigue discutiendo sobre esta influencia egipcia en los orígenes de Grecia, lo que es indudable es que esa visión de Egipto que tenían Herodoto y sus contemporáneos como un país de gran religiosidad y de historia milenaria, iniciada en la noche de los tiempos, se ha transmitido hasta nuestros días.
Pirámide de Cayo Cestio, Roma
Tras la conquista romana de Egipto se iniciará también una egiptomanía entre los romanos, que veían al mismo tiempo con horror y fascinación a la más famosa reina de Egipto, Cleopatra. Para ellos, esta mujer representaba todos los misterios y riquezas de Oriente (obviando el hecho de que, en realidad, la reina era de origen griego). En resumen, se puede decir que los romanos sintieron hacia Egipto lo mismo que hacia la última de sus reinas, una especie de amor/odio, de fascinación por la riqueza y exotismo de una antigua civilización, y de rechazo por las diferencias que había entre ambas culturas, y la decadencia del antiguo imperio egipcio.
Cleopatra sobre las terrazas de Filae, F.A. Bridgman (1896)
Dentro de esta egiptomanía romana destaca el éxito que tuvo el culto a una de las más importantes diosas egipcias, Isis. De tal manera que encontramos templos dedicados a ella repartidos por todo el imperio romano (incluida España). Los iseos eran decorados con arte de inspiración egipcia o, incluso, con auténticas piezas traídas de Egipto.
Sacerdote de Isis. Templo de Isis en Pompeya.
Otra de las obras de arte que los emperadores romanos repartieron por toda la geografía de su imperio fueron los obeliscos, monolitos de piedra repletos de inscripciones jeroglíficas que en ocasiones adornaban la spina de los circos romanos.
Obeliscos en el Circo Máximo
Por otro lado, los emperadores mandaron restaurar varios monumentos egipcios, especialmente templos, finalizaron otros de época ptolemaica, o mandaron construir edificios nuevos, donde fueron representados al estilo egipcio, inscribiendo sus nombres en jeroglíficos, como los antiguos faraones (y todo ello a pesar de que algunos ni siquiera llegaron a pisar nunca Egipto).
Dentro de las restauraciones destaca la realizada a los famosos colosos de Memnón por Septimio Severo, los cuales hasta entonces, y desde el terremoto del 27 a.C. emitían un sonido similar al llanto durante la salida del sol, causado por la dilatación de sus piedras. 
Años antes, Adriano había dejado inscrito su nombre en estas estatuas de Amenhotep III. Fue precisamente este emperador quien perdió a su amante favorito, Antinoo, ahogado en el Nilo, tras lo cual construyó una ciudad en su honor (Antinóopolis) y la llenó con estatuas del bello joven vestido "a la egipcia".
Antinoo
En su villa en Tívoli, Adriano mandó construir edificios de inspiración egipcia, adornados con estatuas de dioses egipcios como Horus o Bes.
Estatua de Horus hallada en Tívoli
El Renacimiento
Tras la última inscripción en escritura jeroglífica, fechada en el siglo IV d.C., se perderá durante siglos la capacidad para leer los jeroglíficos. De modo que durante la Edad Media Egipto solo se conoció a través de lo contado en la Biblia.
Durante el Renacimiento, los intelectuales de la época intentaron desentrañar este misterio, partiendo de las Hieroglyphica de Horapolo (Ss. II-IV d.C.), obra totalmente fantasiosa. Esta incapacidad para traducir la más famosa escritura de los antiguos egipcios hizo que se comenzara a ver Egipto no solo como el escenario de algunos pasajes de la Biblia, sino como una tierra mística y mágica, guardiana de un conocimiento esotérico reservado a unos pocos y transmitido, según pensaban, a través de sus misteriosos símbolos.
En cuanto al arte, durante el Renacimiento Egipto se asociará inevitablemente a la Biblia, y a la mítica Cleopatra.
Simonetta Vespucci como Cleopatra. Cossimo Piero
Siglos XVIII y XIX
En este periodo de tiempo se producen dos hechos importantísimos, tanto para la creación de la nueva ciencia egiptológica, como para la difusión de la egiptomanía entre la sociedad europea: 
  • La expedición de Napoleón a Egipto (acompañado de varios científicos), que tendrá como resultado la publicación de Description de l'Égypte. 
  • El desciframiento de los jeroglíficos egipcios gracias a Champollion, quien se ayudó de la piedra Rosetta, hallada en dicha expedición. Es a partir de este momento cuando nacerá la egiptología.
Napoleón y sus generales. Jean Leon Gerome (1867)
Reflejo de esa creciente egiptomanía será el estreno en 1871 de la ópera Aída, de Giuseppe Verdi, inspirada en el antiguo Egipto. Su famosa Marcha triunfal es considerada por algunos un auténtico himno de la egiptomanía.
"Veo cosas maravillosas"
El verdadero boom egiptomaníaco se inició en 1922, cuando el arqueólogo inglés Howard Carter, gracias a la ayuda económica de su mecenas Lord Carnarvon, descubrió la tumba casi intacta del rey niño Tutankhamón, lanzando su famosa frase. Desde entonces, hemos podido disfrutar de películas ambientadas (mejor o peor) en el antiguo Egipto, novelas históricas sobre los faraones, cómics y arte de todo tipo relacionado con el país de las pirámides.
Muebles, joyas y objetos decorativos de inspiración egipcia 
*Artículo también disponible en Historiae

Bibliografía:
-Egipto según Herodoto. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 1, pp. 218-220.
- GUIDOTTI, María Cristina; CORTESE, Valeria (2002): Antiguo Egipto. Ed. Tikal. España, Madrid.
- CARRUESCO, Jesús. “Egipto y las raíces de Grecia”. Historia National Geographic. 2015, nº 133, pp. 24-33.


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