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domingo, 21 de junio de 2015

Los enemigos de Egipto (II parte)

Buenos días, amigos de El templo de Seshat. En la entrada de hoy voy a continuar hablando sobre los pueblos enemigos de Egipto. Aquí tenéis la primera parte: Los enemigos de Egipto (I parte), donde hablé de los nubios, hyksos y libios.
Los Pueblos del mar
Entre los siglos XIII y XII a.C. un grupo de guerreros de origen incierto (se ha discutido sobre Italia, Grecia o Anatolia) apareció en el Mediterráneo oriental, donde se emplearon como mercenarios y llevaron a cabo acciones de rapiña y piratería. Según las fuentes egipcias, esta amalgama de gentes a las que denominaron Pueblos del mar estaba integrada por norteños venidos de todas las tierras.
Dentro de este variopinto grupo tenemos a:
  •  Los teresh: Se han identificado con los tyrsenoi (etruscos) de los textos griegos. Según Herodoto, venían de Anatolia.
  •  Los shekelesh: Tras dejar Asia Menor se establecieron en Sicilia, donde fueron conocidos como sículos.
  •  Los weshesh: Su vinculación no está clara, aunque se les vincula con los wilusha de las fuentes hititas, los habitantes de Troya.
  •  Los denyen: unos autores los identifican con los dánaos o aqueos mencionados por Homero, mientras que otros creen que pertenecían a una tribu israelita.
  •  Los tjeker: Su origen está en Asia Menor y algunos autores los relacionan con los teucros, mientras que otros lo hacen con los troyanos.
  • Sherden
  • Los shardana o sherden: Mencionados como mercenarios, puede que provinieran de los Balcanes. Se asentaron finalmente en Cerdeña. Ramsés II se enfrentó a ellos y, tras derrotarlos, los integró en su ejército y en su guardia personal.
  •  Los lukka: Provenientes de Licia, en Asia Menor. Se asentaron en Chipre y Anatolia.
  •  Los peleset: Tal vez su origen estuviera en la isla griega de Creta. Son los filisteos de La Biblia, que dieron su nombre (Palestina) a la zona donde finalmente se asentaron.
Desde el reinado de Ramsés II, cuando hacen su aparición los sherden, Egipto tuvo que enfrentarse en varias ocasiones a estos Pueblos del Mar, tanto en época del sucesor de Ramsés II, Merneptah, como durante el reinado de Ramsés III. Fue en 1177 a.C. cuando tuvo lugar la llamada batalla del Delta, entre las tropas del faraón Ramsés III y los Pueblos del Mar, que concluyó con una aplastante victoria egipcia. Esta fue inmortalizada en los muros del templo de Medinet Habu.
Prisioneros peleset. Medinet Habu
Otro de los grandes enemigos de Egipto, los hititas, no tuvieron tanta suerte, ya que su imperio fue arrasado por los Pueblos del Mar.
Los enemigos extranjeros se conjuraron en sus islas. Fueron desalojados y dispersados en batalla todos los países a la vez. Y ningún país podía resistir ante sus armas, empezando por Hatti (el imperio hitita) [...], todos fueron destruídos al mismo tiempo [...]. Vinieron, la llama preparada delante de ellos, hacia Egipto. Su confederación consistía en peleset, tjeker, shekelesh, danu y weshesh.
Ramsés III y sus soldados disparando contra los barcos enemigos
Hatti y Mitanni
Tras la expulsión de los hyksos en el siglo XVI a.C., Egipto vivirá su edad de oro, el Reino Nuevo, durante el cual se expandirá y entrará en conflicto con otros imperios próximo orientales, como Mitanni y Hatti. 
Mitanni fue un importante enemigo hasta que se alcanzó la paz con ellos en tiempos de Tutmosis IV, mediante el matrimonio del faraón con varias princesas mitannias. Su hijo, Amenhotep III, también se casaría con otra princesa de Mitanni, Giluhepa.
Imperio de Mitanni
En el siglo XIV a.C. el imperio de Mitanni desapareció a manos de los hititas, con lo cual estos se convirtieron en el nuevo gran rival de Egipto en la zona.
Imperio hitita
Los hititas y los egipcios tuvieron varios enfrentamientos antes del reinado de Ramsés II, aunque fue la batalla por Qadesh entre el rey egipcio y el hitita Muwatallis II la más famosa de todas (si bien en tiempos de Seti I también hubo una batalla por hacerse con el control de esta ciudad siria). 
En 1274 a.C., cuando el joven faraón apenas llevaba cinco años en el trono, se produjo esta importante batalla, cuyo resultado ha sido muy discutido. En cualquier caso, ambos rivales la presentaron como victoriosa a sus súbditos, y fue el primer paso hacia la firma del primer tratado de paz de la Historia, entre Egipto y Hatti,  varios años después, ya reinando el sucesor de Muwatallis, Hattusili III. Este acuerdo de mutuo apoyo en caso de necesidad se cumplió hasta 1200 a.C., cuando el imperio hitita desapareció a manos de los ya mencionados Pueblos del Mar.
Tratado de paz egipcio-hitita
Asirios y persas
El vacío de poder dejado por los hititas fue ocupado por otros imperios igual o más agresivos: los asirios, que llegaron a invadir Egipto, Babilonia y el imperio persa, que al igual que los asirios logró hacerse con el control de Egipto no una, sino dos veces.
El imperio asirio, de origen mesopotámico, se expandió desde el Golfo pérsico hasta las montañas del Kurdistán, logrando el control de Siria y Palestina, que había estado en manos de Egipto hasta entonces. Además, en el siglo VII el ejército de Asurbanipal logró invadir Egipto, arrebatándole el poder a los reyes nubios de la XXV dinastía (como ya vimos en la primera parte). Esta invasión asiria tuvo como consecuencia la destrucción de varios templos y de la propia Tebas, la milenaria capital de Egipto. Finalmente, únicamente la imposibilidad de mantener un ejército tan  lejos de Mesopotamia les obligó a retirarse.
En 525 a.C. el ejército de Cambises III conquista Egipto, tras la batalla de Pelusio. El dominio persa, déspota y destructivo para con los egipcios y sus monumentos y costumbres, provocará varias revueltas, que lograrán expulsarlos brevemente, dando comienzo la última dinastía egipcia (la XXX dinastía, 380-340 a.C.). Pero tras una segunda dominación persa, y la expulsión definitiva de los persas de Egipto gracias al ejército de Alejandro Magno, no volverá a haber un faraón egipcio sobre el trono de las Dos Tierras. 
Soldados persas
S.P.Q.R. La República romana contra Cleopatra
Con la coronación como faraón de uno de los generales de Alejandro, Ptolomeo I Sóter,  se inició el dominio griego de Egipto, que se prolongó durante 300 años.
Durante estos tres siglos, la floreciente Alejandría, capital fundada por Alejandro para ser la nueva capital de Egipto, fue viendo disminuír su poder y prestigio con el ascenso de una nueva potencia: Roma
La dinastía ptolemaica (y con ella la independencia de Egipto) llegó a su fin con la última de los Ptolomeos, Cleopatra VII, que a pesar de todos sus esfuerzos perdió Egipto tras la derrota en la batalla de Actium en 31 a.C. Un año después, el futuro fundador del imperio romano, Octavio Augusto, entraba en Alejandría y la última reina de Egipto se quitaba la vida con la mordedura de una serpiente. 
El Egipto de los faraones y la lucha del orden o Maat contra el caos, llegaba a su fin.
Cleopatra en las terrazas de Filé, F.A. Bridgman
Bibliografía:
-SHAW, Ian. (2007): Historia del antiguo Egipto. Ed. La esfera de los libros. España, Madrid.
-Los enemigos de Egipto. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 8, pp. 1801-1803.
-MARTÍNEZ BABÓN, Javier. "Los pueblos del mar". Historia National Geographic, 2014, nº 122, pp.20-29.
-GAYA MONTSERRAT, Mercè. "Los enemigos de Egipto". Historia National Geographic, 2010, nº 79, pp. 30-39.

domingo, 14 de junio de 2015

Los enemigos de Egipto (I parte)

Buenos días, lectores. En la entrada de hoy y la próxima semana os voy a hablar de los pueblos enemigos de los antiguos egipcios a lo largo de su historia, algunos de los cuales llegaron a conseguir sentarse en el trono de Las Dos Tierras.
Prisioneros nubios
El orden frente al caos
Para los antiguos egipcios, Kemet (la tierra negra, nombre que daban a Egipto) representaba el orden, la perfección y la armonía, mientras que las tierras extranjeras estaban bajo el dominio del caos y el desorden. 
El encargado de mantener esta forma de ver el mundo era el faraón, quien tenía como función garantizar el orden universal o Maat, mediante la guerra contra los Nueve arcos, es decir, la totalidad de los pueblos extranjeros. De este modo, se evitaba que el "caos" extranjero se apoderara de Egipto, aunque no siempre tuvieron éxito, como veremos.
Sandalias de Tutankhamón con dibujos de enemigos
Pero también se podía representar simbólicamente ese sometimiento del faraón a los enemigos de Egipto, por ejemplo, mediante dibujos de estos en las suelas de las sandalias del rey (de manera que los pisoteara cada vez que caminara), o en los muros de los templos, a punto de ser ejecutados con una maza por el faraón. Esta última representación aparece desde el principio de la historia egipcia y será repetida constantemente a lo largo de 3000 años. 
Izq.: Tutmosis III sujeta a los enemigos por el cabello, a punto de ejecutarlos (Karnak). Derecha: primera representación del rey ejecutando enemigos, en  la tumba predinástica nº 100 de Hieracómpolis.
Otra manera de hacer frente al enemigo era mediante la magia, con los llamados "textos de execración", que se escribían en vasijas o en estatuillas de enemigos cautivos, que luego eran enterradas o rotas para evitar que atacaran Egipto.
Considerada en clave simbólica, la escena del rey que levanta su maza amenazando al enemigo adquiere dimensiones cósmicas. Ya no vemos en ella a seres humanos, sino a un dios que defiende la continuidad del universo ordenado contra el caos. No importa si el enemigo es libio, asiático, nubio o beduino; lo que cuenta es que el faraón lo domina, que controla las fuerzas de la destrucción. El orden, la Maat, prevalece gracias al monarca, y ésa es la idea que muestran relieves y pinturas desde el período Predinástico hasta la época romana. Mercé Gaya Montserrat, Sociedad catalana de egiptología.
Ramsés II sujetando por los cabellos a un nubio, un asiático y un libio
Los Nueve arcos
Este era el nombre que recibían los enemigos de Egipto, debido a que el arco era un arma conocida por todos ellos. Como se puede ver en la imagen de las sandalias de Tutankhamón, era común representar este número de arcos en las sandalias del faraón, o bien en la base de sus estatuas, para que el rey los pisara y simbolizara así su triunfo sobre ellos.
Base de estatua de Djoser, que pisa los nueve arcos. Las avefrías podían representar tanto a los enemigos, como al pueblo egipcio.
Los primeros enemigos que tuvieron los antiguos egipcios eran precisamente muy famosos por su habilidad con el arco: los nubios. Ya en el reinado del faraón de la I dinastía Dyer hay testimonios de incursiones egipcias en Nubia y durante el reinado del faraón Esnofru, de la IV dinastía, se habla en la Piedra de Palermo de un botín de hasta 7000 prisioneros del país de los nubios.
La zona de Nubia, situada al sur de Egipto, fue escenario de numerosas campañas militares destinadas a conquistar y someter esta tierra rica en oro. La destreza en el manejo del arco de los nubios hizo que fueran reclutados como mercenarios del ejército egipcio, e incluso llegaron a ser policías: los llamados medjai

Sin embargo, con el tiempo los prisioneros llegaron a convertirse en reyes. Cuando el poder en Egipto se debilitó durante el Tercer Periodo Intermedio (1069-664 a.C.), surgieron nuevos reinos autóctonos nubios que conservaban los dioses y costumbres llevados por los egipcios. Al no tener que hacer frente ya a las campañas militares egipcias, los nubios pudieron extender su influencia y así surgió la XXV dinastía (747-656 a.C.), formada por reyes nubios de la ciudad de Napata, en la región nubia de Kush, que llegaron a conquistar la ciudad de Tebas. Sin embargo, esta dinastía duró poco y en 656 a.C. desaparecía a manos de los asirios.
Soldado asirio (izquierda) y nubio (derecha)
Por otro lado tenemos a los libios, vecinos occidentales de Egipto. No constituían un solo pueblo, sino que se trataba de un conglomerado de diversas tribus que los egipcios dividieron en dos grupos: los tjehenu, que habitaban la zona próxima a la frontera con Egipto, y los tjemehu, que vivían en el interior del desierto. Con los libios, cuyas tribus más importantes fueron la de los libu y la de los mesheuesh, los egipcios mantendrían una pugna intermitente a lo largo de su historia por el control de los oasis del desierto occidental.
No obstante, al igual que los nubios, también los libios fueron mercenarios en el ejército egipcio, ya que eran buenos conocedores del desierto. De manera que tuvieron que enfrentarse a otros libios durante los diversos intentos de incursión que llevaron a cabo a lo largo de la historia egipcia; como los que tuvieron lugar en tiempos del faraón Merenptah o de Ramsés III. Este último dejó constancia de sus victorias contra los libios en los muros de su templo en Medinet Habu.
Pero las victorias de Ramsés III sobre los libios no pudieron impedir que los libios se fueran asentando poco a poco en Egipto, hasta el punto de llegar a fundar su propia dinastía, la XXII (945-715 a.C.), con Seshonq I. Al igual que en el caso de los nubios, de nuevo un antiguo enemigo volvía a sentarse brevemente sobre el trono de Egipto.
Prisioneros libios. Templo de Medinet Habu.
La amenaza oriental venía por parte de los asiáticos, los más peligrosos enemigos a los que se enfrentaron los egipcios. El momento de mayor enfrentamiento con los pueblos asiáticos fue en tiempos del Reino Nuevo (1550-1069 a.C.), coincidiendo con la etapa más belicista del antiguo Egipto. 
No obstante, la llegada de los hyksos (o hicsos) a Egipto se produjo con anterioridad, en tiempos del Segundo Periodo Intermedio (1650-1550 a.C.). Pero al contrario de lo que se creía hace años, no se trató de una invasión violenta por las armas, sino que se produjo de manera pacífica y progresiva, cuando diversas familias asiáticas de la zona de Siria y Palestina se fueron asentando en el Delta del Nilo. Con el tiempo este contingente llegó a ser tan numeroso y a adquirir tal poder en la zona del norte, que aprovechando la inestabilidad política del Segundo Periodo Intermedio subieron al trono (dinastías XV y XVI). 
Representación de la llegada de asiáticos a Egipto. Tumba de Khnumhotep

Este hecho supuso una gran conmoción para los antiguos egipcios, a pesar de que los nuevos gobernantes no obtuvieran el poder por las armas, ya que nunca antes en la historia de Egipto unos extranjeros se habían coronado faraones. Por ello surgirá en la ciudad de Tebas (la zona del sur no llegó a ser invadida) un levantamiento contra el invasor hikso: la dinastía XVII, cuyos gobernantes terminaron por expulsar de Egipto a los hyksos, dando comienzo con Amosis (o Ahmose) a la XVIII dinastía y el Reino Nuevo.
Investigaciones recientes están desvelando, sin embargo, que el periodo hykso no fue una época oscura, sino que se trató de un periodo en el cual se introdujeron en Egipto una serie de elementos que serían muy importantes en su futuro: el carro de guerra, el caballo, el arco compuesto o la espada jepesh, además de nuevos instrumentos musicales e incluso el uso de pendientes, entre otras cosas. También hubo contactos comerciales con los pueblos del Mediterráneo, como los minoicos de la isla griega de Creta.
Bibliografía:
-SHAW, Ian. (2007): Historia del antiguo Egipto. Ed. La esfera de los libros. España, Madrid.
-Los enemigos de Egipto. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 8, pp. 1801-1803.
-CASTELLANO, Nuria. "Los faraones hicsos". Historia National Geographic, 2012, nº 95, pp. 34-41
-GAYA MONTSERRAT, Mercè. "Los enemigos de Egipto". Historia National Geographic, 2010, nº 79, pp. 30-39
-https://www.flickr.com/photos/71637794@N04/6655518569/

domingo, 7 de junio de 2015

Imhotep: arquitecto, médico y dios

Buenos días, amigos de El templo de Seshat. Hoy os traigo una nueva entrada, dedicada a un personaje que a todo el mundo sonará.

Imhotep, el arquitecto real

Aunque a muchos el nombre de Imhotep les recuerde a momias malditas que regresan de la muerte para recuperar un amor perdido, lo cierto es que este personaje cinematográfico interpretado por Boris Karloff (La momia, 1932) o más recientemente por Arnold Vosloo (La momia, 1999 y El regreso de la momia, 2001) no tiene nada que ver con el Imhotep histórico. 

Es más, el significado de su propio nombre -el que viene en paz- supone toda una contradicción si tenemos en cuenta que en las películas es un villano que provoca todo tipo de catástrofes.

El verdadero Imhotep (Imutes, en griego) vivió durante el III milenio a.C., en tiempos de la III dinastía. 

Fuentes más tardías nos hablan de sus orígenes: sus padres eran Jereduanj y Kanefer. Este último fue superintendente de las obras reales, lo que quizás explicaría el interés de su hijo por la arquitectura. 

Como esposa, siempre según estas fuentes tardías, tenía a una mujer llamada Renpetnofret.

Imhotep en escritura jeroglífica

Los datos conservados contemporáneos a su época (III dinastía del Reino Antiguo) son escasos, ya que se limitan a dos testimonios: la base de una estatua del rey Djoser, procedente del complejo de la pirámide escalonada de Saqqara, y un grafito en el muro del recinto del complejo de la pirámide de Sejemjet, sucesor de Djoser.

Base de la estatua de Djoser con los títulos de Imhotep

El hecho de que su nombre aparezca en la base de una estatua del faraón (que, además, estaba situada en un lugar de su recinto piramidal donde todo el mundo la vería) es una prueba de la importancia de este arquitecto en la corte egipcia de la III dinastía.

Entre sus títulos estaban:

  • Sumo sacerdote de Ra en Heliópolis.
  • Portador del sello real.
  • Canciller del Bajo Egipto.
  • Primero tras el rey.
  • Administrador del palacio.
  • Maestro de constructores.
  • Supervisor de escultores y pintores, etc.

Por tanto, este erudito egipcio puede ser considerado un arquetipo histórico de polimatía, como más tarde lo sería Leonardo Da Vinci:  sabio, médico, astrónomo, sacerdote, político y el primer arquitecto conocido en la historia.

Estatua de Imhotep

El creador de la primera pirámide

Hacia 2660 a.C. Imhotep dirigirá la construcción del primer edificio en piedra de la Humanidad: la pirámide escalonada de Saqqara, que albergó la tumba del faraón Netjerjet (tradicionalmente conocido como Zoser o Djoser).

Si bien es cierto que entre sus títulos no se menciona específicamente que fuera la persona encargada de diseñar o construir el recinto funerario del rey en Saqqara, es lo más probable teniendo en cuenta el resto de sus títulos.

Distintas fases constructivas de la pirámide escalonada hasta obtener su aspecto final

Imhotep fue el responsable, por tanto, de dar el paso desde la mastaba -la forma de enterramiento de la realeza y nobleza hasta entonces- a la pirámide escalonada, que no es otra cosa que varias mastabas colocadas unas encima de otras, de tamaño decreciente, lo que le dio el aspecto de una escalera que ascendía hasta el cielo.

Pirámide escalonada de Saqqara

El padre de la medicina egipcia

Además de visir, sacerdote y arquitecto, Imhotep también fue médico. Algunos egiptólogos creen que podría ser el autor original del texto recogido en el llamado Papiro Edwin Smith. Aunque se trata de un documento médico de la dinastía XVIII, es posible que sea una copia de un conocimiento mucho más antiguo. 

Fragmento del Papiro Edwin Smith

Entre las leyendas que se crearon alrededor de Imhotep desde su muerte y a lo largo de los siglos estuvo la de atribuirle poderes sanadores, por lo que los griegos le identificarían con su dios de la medicina, Asclepio (el Esculapio romano).

Después de la conquista romana, Imhotep continuó siendo venerado como dios de la sanación y la medicina.

Su templo en Saqqara, el Asklepeion, se convirtió en un importante centro de peregrinación donde acudían toda clase de enfermos con la esperanza de curarse, de manera similar a como hoy en día los creyentes católicos acuden a Lourdes.

A cambio de obtener la cura para sus males, los antiguos le ofrecían ibis momificados y exvotos de cera que representaban aquella parte de su anatomía que querían sanar.

Ibis momificado. Egiptología.com

De hombre a dios

No es extraño que el hombre responsable de construir el primer edificio en piedra de la Historia fuera ascendido a la condición de dios tras su muerte, que tuvo lugar a finales de la III dinastía. 

Como suele suceder con personajes de la categoría de Imhotep, pronto surgieron todo tipo de mitos y leyendas en torno a él, de manera que ya en tiempos de la XVIII dinastía era objeto de veneración, al que se le presentaban ofrendas y se consideraba el patrón de los escribas. 

Para la Baja Época (664-332 a.C.) fue reconocido como hijo de Ptah, el dios de los artesanos, y ascendido él mismo a la categoría de dios de la escritura, la arquitectura, la sabiduría y la medicina.

Sin embargo, sería en época de los Ptolomeos, los gobernantes griegos de Egipto, cuando el culto a Imhotep llegó a su apogeo. 

Sus principales centros de veneración y peregrinación fueron el templo de Ptah en Menfis y el Asklepeion de Saqqara. Además contó con otros santuarios por todo el país, como por ejemplo en la ciudad de los constructores de tumbas -Deir el-Medina-, Heliópolis -ciudad donde Imhotep había sido sumo sacerdote- o en Filé, donde Ptolomeo V construyó un pequeño templo dedicado a este hombre divinizado. Sería desde esta isla desde donde su culto se extendería a Nubia y Méroe.

En estos templos y santuarios los devotos pagaban para que imágenes del sabio fueran ofrecidas como ofrendas votivas. Gracias a ello nos han llegado multitud de estatuillas de bronce que representan a Imhotep siempre con un papiro desenrollado sobre su regazo al estilo de los escribas, con un gorro ceñido y un largo mandil (abajo).

La tumba de Imhotep

Aunque su último lugar de descanso se ha estado buscando desde 1935 (Walter Bryan Emery fue el primero en iniciar su búsqueda), la tumba de Imhotep de momento solo ha sido hallada en las películas, ya que los egiptólogos aún no la han encontrado. Pero se cree que, debido a la importancia de este hombre, podría estar situada en Saqqara, pues era costumbre que los personajes importantes del Reino Antiguo se enterraran cerca de su faraón. 

El Imhotep histórico aún sigue esperando que los arqueólogos modernos le "resuciten" de su sueño eterno bajo las arenas del desierto.

Muralla del recinto piramidal de Djoser en Saqqara

Para terminar, os dejo un documental del canal discovery Channel, "La momia perdida de Imhotep".




Bibliografía:

WILKINSON, Toby (2007): Vidas de los antiguos egipcios. Ed. Blume. España, Barcelona.

ESTRADA LAZA, Fernando. "Saqqara: la primera pirámide". Historia National Geographic. 2006, nº 23, pp. 44-55.

MASCORT, Maite. "La pirámide escalonada de Saqqara". Historia National Geographic. 2013, nº 116, pp. 20-29.


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