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jueves, 29 de enero de 2015

Horrores faraónicos (o cómo disfrazarte de egipcio sin parecer una mamarracha)

Buenos días, lectores. Como quizás sepáis, y si no ya os lo digo yo, a mediados del mes que viene se celebran los carnavales. Y como no sólo de libros de historia y de conferencias de egiptólogos vive el egiptomaníaco, también es habitual entre nosotros la afición por disfrazarnos de egipcios. Bueno, quizás los más serios o tímidos no lo hagan, pero para aquellos a los que les guste me vais a permitir dar unos consejillos sobre cómo hacer de vuestro disfraz lo más realista posible. Algunos pasaréis de estos consejos porque, al fin y al cabo, el carnaval es para hacer el tonto un rato con tus amigos. Bien, estáis en vuestro derecho.
Para los que seáis un poco más exigentes en estos menesteres, vamos a empezar por el principio. Y esto es, cómo no, el antiguo Egipto. Como es lógico, raro es que un diseñador de disfraces tenga el título de egiptólogo (aunque bueno, quién sabe). Por tanto, es habitual que cuando el inocente egiptomaníaco acude a su tienda de disfraces más cercana en busca de un atuendo propio de Nefertiti o Ramsés, se encuentre con lo que yo he querido bautizar como...
Sí, grita, grita...Muajajajaja
Como dijo Seth, vamos por partes:

1. La ropa 
Lino
A juzgar por las telas y colores que usan los diseñadores de disfraces de egipcios, un antiguo habitante de Kemet no hubiera desentonado en absoluto en un desfile del día del orgullo gay. Sin embargo, los antiguos egipcios usaron a lo largo de su dilatada historia una tela muy concreta para confeccionar sus ropas, ya fuesen el mismísimo faraón o la hija del panadero: El lino. Esto es así porque es un tipo de tela muy fresca y apropiada para el cálido clima egipcio. En cuanto al algodón, no se conoció hasta épocas más tardías y la lana era considerada impura, por lo que los sacerdotes ni la usarían. En cuanto al color, hay que decir que lo más habitual (sobre todo entre los miembros del clero) era el color blanco. Lo siento, amantes del colorido chillón, pero la realidad es esta: la mayoría de vestidos egipcios eran de lino de color blanco, ni dorados, ni rosa fucsia, ni verde fosforito. Así es la vida. Aunque vemos en las pinturas vestidos teñidos, suelen ser de colores apagados; también podrían llevar bordados geométricos o coserse abalorios metálicos. O bien ponerse una redecilla de canutillos de cerámica sobre el vestido. Poco más. 
En cuanto a cómo eran estos ropajes, hay que decir que la moda egipcia experimentó una evolución: en las primeras épocas de su historia la moda era muy sencilla, apenas se diferenciaría la de las clases acomodadas de las más desfavorecidas, más allá de la calidad del lino. Es en el Reino Nuevo cuando los vestidos se vuelven más largos y complicados, con varias capas, pliegues, mangas anchas, telas más finas, etc. Aunque la mayoría de sirvientes, agricultores o pescadores realizarían sus tareas como Amón los trajo al mundo, o con telas burdas.
Durante el Reino Antiguo y Medio las prendas serían rectas y sencillas, como vemos en la estatua de Menkaura y su esposa. A partir del Reino Nuevo, por influencias del Próximo Oriente, los vestidos se hacen más complejos, como vemos en la tumba de Nefertari y de los hijos de Ramsés III.
Está claro, ¿verdad? Telas de lino blanco. Para él, para ella (como las colonias). Pues veamos una selección de horrores faraónicos made in tienda de disfraces (de China, muy probablemente). Los he clasificado en varios grupos:
  1. Disfraz de egipcia guarrilla (lo siento, chicas y chicos, no hay de egipcio guarrillo):
    ¿Eres ligerita de cascos y estás soltera en Carnaval? Tranquila, con estos disfraces pillarás churri seguro (no necesariamente egiptomaníaco)

  2. Egipcios góticos:
    Mi madre dice que la ropa negra es poco recomendable en verano. Pero que este color sea más caluroso que el blanco parece importarles poco a estos "egipcios góticos". ¡Viva el negro! 
    3. Horrores faraónicos:
    Verde, lila, azul turquesa, dorado, azul cobalto, ni los teletubbies eran tan coloridos
    El último es indescriptible. ¿Y qué me decís de la simpática culebrilla?
    El chico tiene cara de buena persona. Y de llamarse Pánfilo, no sé por qué. Os confieso que mi primer disfraz de egipcia, hace más de diez años, fue el de la esquina inferior izquierda. Que tire la primera piedra el egiptomaníaco que esté libre del pecado-hortera.
    Os juro por Amón Ra que si escribes "disfraces de egipcios" en Google sale todo esto...Como dicen las personas finas de mi pueblo, están todos para acantacearlos.
      4. Pasables: no le vamos a pedir peras al olmo.
Siendo realistas, esto es de lo mejorcito que puedes encontrar en una tienda de disfraces. Confieso que el primero de arriba a la izquierda también lo he llevado.
Para el egiptomaníaco (harén no incluido)
No obstante, si sois unos expertos cosiendo o conocéis a alguien que lo sea, siempre se puede optar por hacerse el disfraz uno mismo. Basta con comprar un poco de lino o tela blanca y hacer un sencillo vestido (o incluso comprarlo ya hecho) para una mujer, o un faldellín para el hombre. Sin complicaciones, al estilo del Reino Antiguo.
Aquí unos ejemplos de vestidos y faldellines. Con el primero se liga seguro. Eso ya es elección vuestra.
2. Calzado
Aunque lo cierto es que los antiguos egipcios andaban generalmente descalzos, especialmente los más desfavorecidos, es poco recomendable ir de esa guisa en la actualidad. Podéis pisar cualquier guarrada, y tampoco hay que ser tan tiquismiquis en cuanto a la fidelidad de nuestro disfraz. No obstante, siempre hay unos límites. Teniendo en cuenta que los tacones no se inventaron hasta el siglo XVII (y en principio eran para los hombres) es poco probable que Hatshepsut o Nefertari se pasearan por el palacio con tacones de aguja. Así que evitemos cosas como esta: 
Las culebrillas de los rojos son muy "realistas", vale, pero mejor evitarlas para tu disfraz. Y para el día a día...
 Pero chicos no os riáis, que vosotros también podéis caer en el error (y horror) a la hora de calzaros:
Algo no me cuadra en este calzado "faraónico"...¡Ya está!...


¡Ay! Mucho mejor. Ponerse esas chanclas sin calcetines, al más puro estilo guiri, no tiene perdón de Amón.
Aunque menos elegante que las del cachas de arriba, otra opción más acorde con las sandalias de los antiguos egipcios sería un tipo de sandalias como estas:
Las sandalias egipcias estaban hechas de papiro o cuero. Las de oro sólo eran para rituales. El faraón llevaba pintados a los enemigos de Egipto en las suelas de sus sandalias, para pisotearlos simbólicamente. Bueno, vosotros podéis poner una foto del vecino que os cae mal.
3. El peinado
Como es bien sabido en Egipto puede hacer un calor de morirse, por lo que los varones egipcios (y en ocasiones las mujeres) generalmente se rapaban la cabeza o llevaban el pelo muy corto, aunque luego en las ocasiones especiales llevaran pelucas. Al igual que la vestimenta, el cabello también experimentó cambios, tanto en los hombres como en las mujeres, pasando de un estilo corto y sencillo a pelucas largas, rizadas y pesadas. Lo más sencillo para el disfraz masculino es llevar el pelo corto (lo siento egiptomaníacos heavys y barbudos, pero u os afeitáis o de egipcios tendréis lo mismo que Christian Bale en Exodus). Para las egiptomaníacas lo más sencillo es recurrir a la típica peluca negra, lisa y con flequillo. Pero, a pesar de la creencia popular, también había egipcias con el pelo rizado y sin flequillo; solo hay que ver las momias de algunas damas egipcias (como la reina Tiye, madre de Akhenatón) para ver que los peinados de las egipcias eran muy variados.
Así que si tienes una melenaza ondulada y castaña, tranquila, no hace falta que te pongas el pelucón del "chino". El cual, hay que decirlo, en ocasiones puede resultar un auténtico horror.
Los egipcios no fabricaban pelucas como la de abajo. ¿Porque no tenían cómo hacerlo? No, porque tenían buen gusto, queridos lectores.
¡Toma ya! Una egipcia rubia, el mundo se ha vuelto loco
4. Coronas y diademas
Como es lógico, nadie que se disfrace de egipcio/a lo va a hacer de albañil o sirvienta. Todos queremos ser faraones y reinas. Por tanto, a la hora de elegir los complementos para la cabeza debemos fijarnos en aquellos que llevaban los monarcas egipcios. Para los que sean muy habilidosos y se les den bien las manualidades pueden fabricarse su propia corona doble.
Ejemplos de coronas y diademas de la realeza egipcia, para los más habilidosos (y con tiempo  libre)
Sin embargo, si la asignatura de plástica nunca fue lo tuyo, siempre está la opción de comprar un nemes o una tiara de reina en la tienda de disfraces. Pero cuidado a la hora de elegir, las tiendas de disfraces son auténticos paraísos de los horrores faraónicos:
¿Tienes un cabezón del tamaño de un portaaviones? ¡Tranquilo, no te sientas marginado! También hay un nemes para ti.
¿Quiéres ser toda una "faraona" del cutrerío? Hazte con alguna de estas coronas con simpáticas culebrillas. La tercera parece que lleve una lechuga  en descomposición
5. El maquillaje
Para ella y para él. Sí, chicos. Toca pedirle a la novia que os pinte la raya de los ojos, lo siento. Pero no os preocupéis, si vuestra chica es también egiptomaníaca probablemente veros con los ojos cual Tutankhamón acabe con eróticos resultados. Para las chicas os dejo un vídeo donde la egiptóloga Salima Ikram nos explica muy bien como sería el maquillaje de una antigua egipcia:
Está claro: ojos con sombra verde (también tenían sombras azules), máscara de pestañas, Khol para perfilar los ojos (con una raya más o menos gruesa, al gusto de cada una), un poco de colorete en las mejillas y un tono ocre rojizo para los labios y las uñas y listo. Evitad cosas como estas, por el amor de Isis:
Evita este tipo de look, a no ser que quieras parecer una choni-Cleopatra
¡MAL! detector de chonis activado. ¡Huye, egiptomaníaca!
6. Las joyas
Por último, para completar vuestro look egipcio de buen gusto, y ya que habéis evitado caer en los horteras y cutres "horrores faraónicos", habéis de tener cuidado a la hora de elegir vuestras joyas. Evidentemente no somos hijos de Amenhotep III y no vamos a poder llevar joyas de oro de verdad, al estilo de la realeza egipcia. Pero eso no quiere decir que no podamos elegir una bisutería de buen gusto:
  1. Pulseras y brazaletes:
    ¡Aj! Por favor, huid de las culebrillas de ojos brillantes y lengua de cartulina
    Aunque la mayoría asocian los brazaletes de serpientes con los egipcios, este tipo de joya es propia de Grecia y Roma. Por tanto, y aunque parezca raro, la madre de Alejandro Magno los podría haber llevado. Nefertiti o Nefertari, no. Pero si os disfrazáis de Cleopatra no sería un error llevarlos, puesto que la familia a la que pertenecía era de origen macedonio.
    Estas joyas se encontraron en varios enterramientos egipcios. Sirven de ejemplo a la hora de elegir el estilo de nuestros complementos. Los colores predominantes en la joyería egipcia eran el azul oscuro del lapislázuli, el azul de las turquesas y el rojo de la cornalina. El oro era más común que la plata.
  2. Collares:
    Los collares más frecuentes en las pinturas egipcias son los collares anchos. Aunque tambien tenían cadenas con colgantes, como hoy en día. Últimamente están muy de moda unos collares de inspiración egipcia como los de la derecha. Os recomiendo usar estos para vuestro disfraz. Los de la izquierda no son en absoluto de tipo egipcio, aunque hay gente que confunde churras con merinas. Dejad estos para cuando os disfracéis de Sherezade o de zíngara.
    Evitad las piedras "preciosas" pulidas, porque los egipcios no las llegaron a pulir.
  3. Pendientes:
    Los pendientes empezaron a usarse en Egipto con la invasión hyksa (Segundo Periodo Intermedio) y los llevaban tanto hombres como mujeres. Podían ser muy elaborados y pesados, como los encontrados en la tumba de Tutankhamón, o sencillos aros, de diversos materiales.
  4. Anillos:
    Los anillos egipcios solían llevar amuletos como escarabeos o también ojos de Horus
Un último consejo: si decidís disfrazaros de la famosa Cleopatra, la séptima de su nombre, lo más correcto es que busquéis una indumentaria de tipo griego, ya que esta reina era descendiente de uno de los generales de Alejandro Magno, Ptolomeo I. Y como griegos que eran, los faraones de esta dinastía extranjera impusieron la cultura y la moda griega en Egipto.
La moda imperante en tiempos de Cleopatra era la griega, no la egipcia. Foto: Angelina Jolie en Alejandro Magno.
Bueno, lectores, espero que os haya resultado interesante la entrada de hoy. Quizás en un futuro os pueda resultar de utilidad. O a lo mejor simplemente os ha servido para echaros unas risas, en cualquier caso me doy por satisfecha. 
Si pensáis disfrazaros, pero habéis acabado hasta el gorro de egipcios, siempre podéis optar por un disfraz de buen gusto a la par que elegante como estos:
Bibliografía:
-CIMMINO, Franco. (2002): Vida cotidiana de los egipcios. Ed. Edaf. España, Madrid.
-El vestido: reflejo del rango. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 2, pp. 414-417.
-La cosmética. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 2, pp. 454-457.
-El peinado y las pelucas.  Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 1, pp. 236-240.
-El calzado.  Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 4, pp. 936-937.
-Collares y pectorales.  Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 8, pp. 1794-1797.
-Coronas y tocados. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 7, pp. 1514-1517.

domingo, 25 de enero de 2015

Reseña: "El hijo del desierto"

Buenos días, lectores. En la entrada de este domingo os escribo sobre el último libro que he leído: el hijo del desierto, del escritor español Antonio Cabanas.
Sinopsis 
Esta es la historia de Sejemjet, el hijo del desierto, y del misterio que lo envuelve desde el día mismo de su nacimiento y lo acompañará a través de la época que le tocará vivir: la del Egipto de los faraones guerreros. En este periodo glorioso, el país de la Tierra Negra extenderá sus fronteras como nunca en su milenaria historia, empujado por la ambición de sus reyes y los intereses de sus sacerdotes, lo que dará lugar a la edad de oro de la civilización egipcia.
El hijo del desierto es una novela que subyuga desde la primera línea y nos sumerge en el antiguo Egipto de la XVIII dinastía. En este escenario, Sejemjet nos cuenta su propia historia, la del misterio de un hombre sin pasado cuya alma atormentada se rebelará contra los intereses de los poderosos. Un relato épico en el que la amistad y la traición, el amor, la compasión y la ira, empujarán al hijo del desierto a forjar su propia leyenda.

Opinión personal
La historia del hijo del desierto tiene cierta similitud con la del Sinuhé de Mika Waltari. Al igual que este, Sejemjet es abandonado en una cesta en el Nilo y recogido en primer lugar por una familia, que fallecerá tras una epidemia. El niño Sejemjet es el único que sobrevive y es entonces cuando empieza a forjarse la leyenda de que es un elegido de los dioses. Una sabia anciana llamada Heka le acogerá en su casa y cuidará de él hasta su adolescencia. 
Cuando crece, Sejemjet es reclutado a la fuerza, como otros miles de hombres egipcios, para entrar a formar parte del ejército, pues estamos en los primeros años del reinado en solitario de Tutmosis III y el faraón decide poner orden en sus dominios de Asia. En el cuartel de Menfis Sejemjet conocerá a su mejor amigo, Mini, junto al cual aprenderá el uso de las armas. La naturaleza irascible y violenta de Sejemjet y su fuerza física le convertirán en el guerrero perfecto, por lo cual pronto va a ir adquiriendo fama de ser invencible y el mejor soldado del ejército del faraón, lo cual provocará las primeras envidias, sobre todo cuando comienza a escalar posiciones en la jerarquía militar.
Sin embargo, al igual que para Sinuhé, la perdición de Sejemjet vendrá con forma de mujer. En dos ocasiones el enamoramiento del joven soldado de dos mujeres muy distintas, pero emparentadas con personajes importantes, le ocasionará la traición y el exilio al desierto, donde  escapará de los hombres del faraón.
Junto a Sejemjet vemos una serie de personajes, tanto reales como ficticios. Entre los primeros destacan el rey Tutmosis III y sus hijos, la princesa Nefertiry y el príncipe heredero Amenhotep II, el general Djehuty, el general Mehu (famoso por salvar al faraón Tutmosis III cercenando la trompa de un elefante furioso), o el propio amigo de Sejemjet, Mini.
Como es habitual en este escritor, la historia está muy bien documentada, con notas explicativas al final del libro, y está narrada de forma amena y fácil de leer. Me han gustado especialmente las escenas de amor, descritas de forma que no resulten ni mojigatas ni demasiado explícitas. La ausencia de errores históricos que te saquen de la historia es de agradecer, pues aunque podemos encontrar multitud de libros ambientados en Egipto, sus escritores no siempre están bien informados de la historia egipcia y pueden cometer errores que, a mí personalmente, hacen que no me crea la historia y no disfrute de la lectura. Sin embargo, esto no pasa con Antonio Cabanas.
En cuanto al misterio de los orígenes de Sejemjet, el autor no nos lo desvela hasta el final.
En resumen, es una novela bien escrita, basada en la realidad histórica (y coherente con la misma en la parte inventada por el autor), sin fallos que impidan creerte la historia y el contexto que está narrando. Destaca la descripción que Antonio Cabanas nos hace del ejército egipcio, en concreto el del Reino Nuevo, y de los territorios conquistados y controlados por Egipto, como Retenu, que sufre la constante rebeldía de los príncipes asiáticos, instigados por el imperio de Mitanni, y los ataques de los apiru (por cierto, muy bien explicado quiénes eran realmente, sin pamplinas que impliquen a los hebreos), o Nubia y sus fortalezas.

Lo mejor: La fidelidad histórica y la coherencia con la misma en las tramas inventadas por el autor. La historia de amor entre el protagonista e Isis, mucho más realista y conmovedora que la relación entre este y su primera amada, Nefertiry, que más que una relación amorosa parece simplemente atracción sexual. La descripción del ejército egipcio, con sus distintos grados (portaestandarte, general, etc.), el recuento de manos de enemigos para obtener recompensas y su organización. También me ha resultado interesante que se diga que el protagonista y casi todos los que le rodean, a excepción obviamente de los escribas y sacerdotes, sean analfabetos. A veces algunos autores se olvidan de algo tan evidente como que solo un porcentaje mínimo de la población sabía leer y escribir.
Lo peor: La personalidad de Sejemjet, especialmente en la primera parte del libro. Resulta extraño que un protagonista sea tan irascible, violento, hosco y malhumorado, simplemente por no saber cuáles son sus orígenes. Su actitud tan violenta en ocasiones me ha impedido empatizar con el protagonista hasta la última parte de la novela, cuando comienza su relación con Isis.

Bueno, amigos, espero que mi reseña os sea de utilidad a la hora de decidir si comprar este libro, para los que aún no lo hayáis leído. Como digo, todo lo relacionado con Egipto vende, porque resulta un tema muy atractivo para el público en general, conozcan más o menos de esta civilización. Por ello hay tantos libros ambientados en la Tierra Negra, que no siempre resultan tan fieles a la historia como una desearía. Pero esto no pasa con las novelas de Antonio Cabanas, que es una garantía de que lo que vas a leer no serán tonterías pseudohistóricas o de ciencia ficción (incluyo aquí el tema bíblico o de misterios esotéricos y demás tonterías). 
Que tengáis un feliz domingo, hasta pronto. 

jueves, 22 de enero de 2015

Debod, un templo egipcio en Madrid

Buenos días, amigos egiptomaníacos. Como os dije hace unas semanas, hoy voy a hablaros del edificio más antiguo de Madrid, el templo de Debod, de 2200 años de antigüedad. Hace unos días pude disfrutar de una visita a este pequeño templo con los amigos que he conocido durante el curso de egiptología, lo que me ha inspirado para escribir brevemente sobre la historia de este templo "viajero" y su (no tan buena) situación actual.

Historia y evolución del templo de Debod
El emplazamiento original de este templo estaba en Nubia, que es el nombre que se le da desde la Edad Media a la región entre Asuán (Egipto) y Jartum (Sudán). Esta tierra, debido a su riqueza mineral, fue explotada por los antiguos egipcios desde el comienzo de su civilización. Nubia se divide en dos regiones:
  • Baja Nubia: zona de la 1ª a la 2ª catarata del Nilo, que fue colonizada por Egipto en el Reino Nuevo. En ella se encuentra el famoso templo de Abu Simbel y también el de Debod hasta los años 70.
  • Alta Nubia: zona entre la 2ª y la 6ª catarata. En ella se desarrollaron dos reinos: el de Kerma, que fue conquistado por Egipto en el Reino Nuevo, y el reino de Kush, cuyos reyes conquistarían Egipto en la Baja Época, iniciando la XXV dinastía, o dinastía de los faraones negros. 
Mapa de Nubia. En el círculo naranja está marcada Meroe
Tras la destrucción que sufrió a manos de los egipcios Napata, capital de Kush, en el siglo VI a.C., la capital se estableció en Meroe (5ª catarata).
Será un rey meroíta, Adijalamani, quien construirá a principios del siglo II a.C. una capilla en Debod, en honor de Amón de Debod e Isis de Filae, donde Seti II había construído un pequeño santuario dedicado a Amón, en la XIX dinastía, del cual sólo se conserva un fragmento de piedra con inscripciones de este faraón egipcio.
Sillar de Seti II, expuesto en el templo de Debod.
A pesar de ser un rey meroíta, es decir, un rey negro de Meroe, Adijalamani es representado en las paredes de su capilla al estilo de los antiguos faraones, haciendo ofrendas a los dioses egipcios.
Adijalamani
Como todo templo egipcio, el de Debod también tenía policromía en los relieves de sus paredes y techos. Pero con el paso del tiempo y el efecto de las aguas de la inundación estas pinturas terminaron por perderse para siempre.
Posible policromía de la capilla de Adijalamani

Esta imagen y la de arriba muestran las posibles policromías del templo de Debod
Ptolomeo VI y Ptolomeo VIII conseguirán volver a hacerse con el control de la Baja Nubia y entonces ampliarán el pequeño santuario que había construído Adijalamani, mediante la construcción de nuevas capillas, una terraza y un pilono.
Tras la conquista romana de Egipto por parte de Augusto en el año 30 a.C., los romanos se van a enfrentar con los meroítas durante otros diez años, hasta la firma de un tratado de paz que estableció las fronteras entre la provincia romana de Egipto y el reino de Meroe. Entonces, el emperador romano Augusto mandará realizar unos relieves con su imagen en la fachada principal y el vestíbulo del templo de Debod. Es en época romana cuando se construirá un tercer pilono, una vía procesional, un embarcadero y una capilla o Mammisi, para celebrar los ritos del nacimiento del dios niño.
Cuando el emperador Justiniano, en el siglo VI d.C., ordenó cerrar los últimos templos paganos a los que aún se les permitía el culto a los antiguos dioses, entre los que se encontraban Filae y Debod, estos templos fueron abandonados y olvidados durante siglos.
No sería hasta los siglos XVIII y XIX en que los aventureros y científicos europeos volvieran a descubrir el templo de Debod, estudiando sus relieves y textos y haciendo copias de los mismos. 
Entre estos exploradores estuvieron Jean François Champollion e Ippolito Rosellini en 1826, al frente de una expedición científica patrocinada por Francia y el Gran ducado de la Toscana. Solo dos años antes Champollion había conseguido descifrar la escritura jeroglífica. En 1829 éste y Rosellini visitaron el templo de Debod, consiguiendo por primera vez leer los textos de sus paredes. (aquí podéis ver un breve vídeo sobre Champollion y Debod).
Champollion (sentado) y Rosellini (de pie) durante la expedición franco-toscana de 1826
En 1838 el pintor escocés David Roberts realizó también una expedición por Egipto, durante la cual realizó una serie de bocetos que le servirían para pintar posteriormente unas hermosas imágenes sobre el templo de Debod. 
Cocodrilos, cerca de Debod
En esta última se puede apreciar que el templo en origen contaba con 3 pilonos, pero la reutilización de las piedras por las gentes del entorno tuvieron como consecuencia que el templo se viera reducido a lo que hoy conservamos en Madrid.
A principios del siglo XX el templo, muy dañado por el efecto de las inundaciones del Nilo y disminuído por el robo de sus piedras, fue restaurado. Pero sus relieves ya habían sufrido un serio daño, como ya dije, perdiendo su policromía y siendo dañadas las imágenes por efecto de la erosión.

La construcción de la nueva presa de Asuán
La construcción de la primera presa de Asuán, o presa baja, en 1907 supuso un perjuicio para el templo de Debod, que debía permanecer nueve meses al año inundado. Pero la construcción de la nueva presa iba a suponer algo incluso peor: la completa inundación del templo y, por tanto, que se perdiera para siempre. 
Para evitar que templos nubios como Abu Simbel, Filae o Debod, entre otros, fueran cubiertos por el lago Nasser, la UNESCO intervino y organizó una campaña de salvamento de estos templos. Así, entre 1960 y 1961 el templo de Debod fue desmantelado por una misión arqueológica polaca y puesto a salvo, siendo sus piedras almacenadas temporalmente en la isla de Elefantina.
Lago Nasser y los templos de Abu Simbel en su nueva localización
Como agradecimiento por la ayuda prestada por España en la salvación de estos antiguos templos, el gobierno egipcio regaló el templo de Debod a España. Otros países que también ayudaron igualmente recibieron templos en agradecimiento:
  • Templo de Dendur a los EE.UU. Actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York.
  • Templo de Ellesiya a Italia. Actualmente en el Museo egipcio de Turín.
  • Templo de Taffa a Holanda. Actualmente en el Rijksmuseum van Oudheden, en Leiden.
  • Templo de Debod a España. Actualmente en Madrid, cerca del Parque del Oeste y la plaza de España.
Almagro Basch
Los apróximadamente 1350 bloques de piedra llegaron a España en 1970 y se procedió al complicadísimo montaje, pues los datos facilitados por el servicio de Antigüedades de Egipto eran escasos y en algunos casos presentaban errores. Al cargo de esta misión estaba el profesor y arqueólogo Martín Almagro Basch.
Recurriendo a la técnica llamada anastilosis, es decir, colocar en su lugar los elementos originales hallados y añadiendo las partes de reconstrucción con una piedra de diferente color, para poder distinguir los elementos antiguos y originales de los nuevos, finalmente el templo de Debod fue inaugurado en su nueva localización el mes de julio de 1972 por el alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro.
El 17 de abril de 2008 el templo de Debod fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

Estado actual del templo
Como veis, amigos, el templo de Debod ha sufrido todo tipo de penurias a lo largo de su historia: inundaciones, terremotos, robo de sus piedras, viajes...pero, por desgracia, y a pesar de ser un BIC, es decir, de contar con el máximo grado de protección jurídica para un monumento histórico, las penurias del templo aún no han terminado. Como os comenté, estuve en el templo el pasado día 10 de enero y pude ver con mis propios ojos el mal estado en que se encuentran los relieves, por efecto de las antiguas inundaciones. Pero también tiene desperfectos que no tienen décadas, ni mucho menos siglos. A continuación os pongo unas pocas fotos que tomé (por cierto, que no le hice fotos a una señora bastante oronda que sin ningún pudor se apoyaba en los muros del templo, porque tengo más vergüenza que ella):
En la parte trasera del templo, justo en el único relieve que aún se conserva, un/a sinvergüenza hizo esta pintada la noche anterior a nuestra visita. Afortunadamente a los pocos días se limpió, pero el daño ya estaba hecho. Tanto para el templo como para la imagen de la ciudad de Madrid ante los turistas, españoles y extranjeros. ¿Quieres cobrar? yo sí que te hacía cobrar, pero con un buen palo, cabr*n.
Destrozo en la piedra. Por lo reciente que parece no me extrañaría nada que lo hubiera hecho el imbécil de la pintada
Excrementos de pájaro manchando la piedra
Grafitti de imbéciles por todas partes. Especialmente en los pilonos. La situación de éstos es vergonzosa. Un banco de un parque tiene menos que los pobres pilonos de Debod.
Dudo mucho que este Julio sea pariente de Adijalamani...
Los graffiti más abundantes: dos palurdos jurándose amor eterno en los pilonos de Debod. Pero ¿sabéis qué? Nos importa una mierda vuestro noviazgo de dos meses...¡Paletos!


Restos de chicles de algún cerdo/a de dos patas
Como podemos ver, el templo está en peligro constante de sufrir las pintadas y los destrozos de personajes sin ningún tipo de educación ni vergüenza. ¿Cuánto tiempo aguantará el templo si no se hace nada? Si la gente cada vez es más bruta e incívica, ¿Qué será lo próximo?
Hay que decir, además, que de los cuatro templos antes mencionados solamente el regalado a España permanece al aire libre, donde no solo es víctima de los "bárbaros", como hemos visto, sino de las inclemencias del tiempo. Recordemos que este templo estaba en el desierto y en los últimos días está nevando en Madrid...
Arriba, Debod con el lago que le rodea helado (wikipedia). Abajo templo de Dendur, en NY, perfectamente cubierto.
Pobre templo de Debod, te salvaron de las aguas del lago Nasser para venir a terminar de desaparecer a manos de "borricos", incompetentes y niñatos.


Bibliografía y webgrafía:
-www.madrid.es/templodebod/ (consulta: 20 enero)
-Página en facebook del templo de Debod (consulta:19 enero)
-http://es.wikipedia.org/wiki/Templo_de_Debod (consulta: 20 enero)
-El templo de Debod en Madrid. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 4, pp. 738-740.

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