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domingo, 31 de mayo de 2015

Sejmet, la diosa leona

Buenos días, lectores. En la entrada de hoy os voy a hablar de una de las diosas más temibles y violentas del antiguo Egipto, la diosa leona Sejmet.

Representación
la diosa Sejmet o Sekhmet (de sejem, es decir, poderosa) era representada como una leona, o como una mujer con cabeza de leona. Sobre su cabeza porta el disco solar, que indica su relación con Ra, y el ureo o serpiente.
Puede aparecer con cuchillos en las manos cuando es representada como defensora y guía de los Justos de Voz (es decir, las personas que habían superado satisfactoriamente el Juicio de Osiris) ante los peligros del Mundo Inferior o Duat.
Sus orígenes se remontan al menos al Reino Antiguo, ya que aparece mencionada en los Textos de las Pirámides

Hija del dios sol Ra
Junto con Maat y Hathor, era una de las hijas de Ra. Pero mientras que Maat representaba la verdad, la justicia y la armonía cósmica, y Hathor el amor, la belleza y el lado amable de la naturaleza, Sejmet simbolizaba la energía destructora del sol, las llamas con que aniquilaba a sus enemigos, causando espanto tanto en este mundo como en el Más Allá, donde se enfrentaba a la malvada serpiente Apofis, que cada día intentaba engullir a su padre, Ra.
Su relación con el sol se reflejaba también en su propio aspecto de leona, ya que en Egipto este animal tenía un simbolismo solar. De ahí que la famosa esfinge de Gizah tenga también cuerpo de león.
El mito del Ojo de Ra y la diosa lejana
Con el título de Ojo de Ra se hace referencia tanto a la diosa Hathor como a la diosa Sejmet. Como explicaré más abajo, esta diosa leona personifica el lado más agresivo y brutal de ciertas divinidades femeninas.
En su aspecto calmado y benéfico el Ojo de Ra es Hathor, la amable diosa con cuernos y orejas de vaca. Sin embargo, cuando se enfurece se transforma en Sejmet, la terrible diosa leona.
En el llamado mito de la diosa lejana, escrito en la tumba de Seti I y en diversos templos ptolemaicos, se nos relata esta historia: Según el mito de la creación heliopolitano, tras crear a los dioses, el dios del sol creó a los hombres a partir de sus propias lágrimas. Sin embargo, los hombres conspiraron contra Ra para destronarle; enterado de esto, el dios sol quiso tomar venganza contra la ingrata raza humana y decidió, junto con el resto de dioses, enviar a su hija, el Ojo de Ra, para exterminarlos.

Algunos de los traidores intentaron refugiarse en el desierto de Nubia, pero la diosa leona los siguió hasta allí y acabó con sus vidas.
El Ojo de Ra aparece ante tí, te devora, te castiga.
La extrema crueldad de su hija horrorizó tanto a Ra que, finalmente, se apiadó de la raza humana y, para evitar su completa aniquilación, tramó un plan para conseguir apaciguar a la fiera diosa.
Durante la noche, aprovechando que Sejmet dormía, los enviados de Ra recogieron ocre rojizo de Asuán y, tras entregárselo al sumo sacerdote de Ra en Heliópolis (la Iunu egipcia), se mezcló con 7000 jarras de cerveza. El resultado fue un líquido rojizo similar a la sangre, que los enviados de Ra vertieron sobre la tierra.
Al despertarse, la diosa lo confundió con un extenso lago de sangre humana y se lo bebió. Cuando acabó, se encontraba en tal estado de embriaguez que olvidó toda su furia asesina contra la raza humana, regresando a su palacio para recuperarse, convertida ya en Hathor o en Bastet.
¡Sejmet, Ojo de Ra! ¡Señora de protección para su creador! ¡Sejmet, llena los caminos con sangre! Matando hasta el extremo todo cuanto ve. Himno del templo de Edfú.
La fiesta de la embriaguez
A partir de este mito de la diosa lejana surgió la llamada fiesta de la embriaguez, en recuerdo de la treta urdida por Ra para aplacar a Sejmet. Anualmente, durante la estación de la inundación (Ajet), se celebraba esta fiesta para mantener calmada a Hathor y evitar que volviera a transformarse en la fiera Sejmet del mito. 
El motivo de que se celebrara durante la inundación es porque se quiso establecer un paralelismo entre la marcha y posterior regreso de la diosa desde Nubia con la propia inundación anual del Nilo. Además, de la misma manera que los dioses derramaron el brebaje de cerveza teñida sobre la tierra, el Nilo también inundaba las orillas, volviéndolas fértiles.
Quizás la transmisión oral fuera del propio Egipto de este mito de la cerveza teñida de rojo, que fue confundido por la diosa con sangre humana, sirviera de inspiración para una de las famosas plagas bíblicas.
Estatua de Sejmet en Karnak
Tríada menfita
Sejmet fue adorada en varios santuarios de Egipto, siendo los principales lugares de culto las ciudades de Letópolis (o Rehesu, en egipcio) y Menfis. En esta última formaba parte en el Reino Nuevo de una tríada divina (es decir, un conjunto de tres dioses compuesto por el padre, la madre y el hijo) junto con el dios Ptah, que era su esposo, y Nefertum, el dios del loto, que era hijo de ambos.
Tríada menfita: Nefertum (izquierda), Sejmet (centro) y Ptah (derecha)
Diosa de la guerra y la medicina
Debido a su carácter colérico, Sejmet fue la diosa de la guerra, que acompañaba al faraón en el campo de batalla para protegerlo de sus enemigos.
Por otro lado, era a un mismo tiempo la causante de las epidemias y enfermedades, y la patrona de los médicos. Sus sacerdotes formaban una casta de médicos sanadores que utilizaban diferentes prácticas para luchar contra las enfermedades, como el rito de apaciguar a Sejmet, a fin de neutralizar los poderes nefastos de la diosa. Y es que la magia y la medicina estaban tan estrechamente relacionadas en el mundo egipcio, que Sejmet fue llamada también experta en magia y los propios médicos eran considerados una especie de magos.
Como dije más arriba, la naturaleza colérica y fiera de esta diosa hizo que personificara los aspectos agresivos de varias divinidades femeninas como Hathor, Bastet y Mut.
En el mito de la diosa lejana hemos visto como Sejmet se transformó en Hathor o en la diosa gata, Bastet, una vez que se calmó tras embriagarse.
A partir del Reino Nuevo (1552-1069 a.C.),  con el ascenso al trono de los faraones de Tebas, la diosa tebana Mut se añadiría a estas otros dos diosas como el aspecto pacífico de Sejmet. Sería en su templo en Karnak donde el faraón Amenhotep III mandaría colocar 600 estatuas de Sejmet para recuperarse de una enfermedad. 
Mundo funerario
A pesar de todo, hay que decir que Sejmet era también una diosa benéfica, pues como ya he dicho no sólo protegía al faraón en la batalla y a su padre Ra de sus peligrosos enemigos durante el viaje por el inframundo, sino que también tenía un papel protector del difunto.
En este aspecto era llamada Señora del Oeste, y estaba relacionada con Bastet, Señora del Este,  y como tal era conocida como La dama de las montañas de poniente. Además, poseía un lugar en la Sala del Juicio de Osiris y era guía y protectora del difunto ante los peligros del Duat.
En definitiva, Sejmet era una diosa tan necesaria, como temible. 
 
Bibliografía y webgrafía:
-FLETCHER, JOANN (2002): Egipto, el libro de la vida y la muerte. Ed. Círculo de lectores. España, Barcelona.
-CASTEL, ELISA  (2001): Gran diccionario de mitología egipcia. Ed. Aldebarán. España, Madrid.
FLETCHER, JOANN (2002): Egipto, el libro de la vida y la muerte. Ed. Círculo de lectores. España, Barcelona. - See more at: http://eltemplodeseshat.blogspot.com.es/#sthash.gl5gteeV.dpuf
- http://www.egiptologia.org/mitologia/panteon/sejmet.htm (consulta: 23 mayo 2015)
- http://amigosdelantiguoegipto.com/?page_id=8772 (consulta: 23 mayo 2015)

domingo, 17 de mayo de 2015

Los sacerdotes egipcios, "Servidores de los dioses".

Buenos días, amigos. En la entrada de este domingo os voy a hablar de los hombres y mujeres dedicados al culto divino en el antiguo Egipto que, como veréis, poco tienen que ver con lo que nosotros conocemos actualmente como sacerdotes.
Para empezar hay que decir que, al contrario de lo que ocurre hoy en día con los edificios religiosos, en los cuales puede entrar cualquier fiel para rezar o asistir a distintas ceremonias, en los templos antiguos el acceso estaba restringido. Esto era así porque se consideraba que el templo era, literalmente, la casa de la divinidad, y no un lugar de reunión para los fieles.
En el caso de los templos egipcios, únicamente el faraón y el clero, al ser estos los sirvientes de los dioses, podían acceder más allá del primer patio.

Durante toda la historia egipcia el faraón fue el jefe religioso que realizaba los principales ritos. Pero para el culto diario era imposible que el faraón estuviese presente en todos los santuarios de Egipto y ahí es donde entran los sacerdotes, en los cuales el faraón delegaba su poder para que realizasen el culto diario en su nombre. Esto era algo de vital importancia para la mentalidad egipcia, pues en caso de no presentarles las debidas ofrendas, los dioses podían darle la espalda a Egipto, con catastróficas consecuencias. De manera que el faraón (y los Sumos sacerdotes de cada templo en representación suya) era el garante de que reinara el Orden o Maat, frente al caos.

Jerarquía sacerdotal
En el momento en que un egipcio entraba a servir a la divinidad como sacerdote, pasaba a formar parte de una rígida jerarquía con varios niveles. Un sacerdote podía ir escalando posiciones desde abajo hasta los puestos intermedios o altos.
También hay que decir que cada templo era autónomo, es decir, no había ninguna subordinación jerárquica con respecto a cualquier otro clero o templo; aunque es cierto que se podía ser sacerdote de varias divinidades de distintas localidades, esto solo indicaba la pertenencia de esa persona a organizaciones sacerdotales paralelas.

Dentro de la jerarquía sacerdotal nos encontramos con esta clasificación:
  • A) Alto clero: encargado del culto y las funciones directivas y disciplinarias.
  1.  Primer servidor del dios, (mal traducido en ocasiones como Primer Profeta); era el Sumo sacerdote. Su importancia y prestigio eran directamente proporcionales a los del dios al que servía. En algunos periodos de la historia de Egipto llegó a rivalizar con el propio faraón. Era el único, además del rey, que podía acceder al Sanctasanctorum.
  2.  Segundo, Tercer y Cuarto servidores del dios, en orden descendente de importancia. El Segundo servidor era el encargado de supervisar los trabajos en los campos y los talleres, y de controlar las embarcaciones que recibía el templo. El Tercer y Cuarto Servidor no tenían unas funciones claras, pero sustituirían a los dos primeros en determinadas ocasiones.
  3. Servidores del dios, eran los sacerdotes ordinarios, cuyo número sería mayor o menor dependiendo de la importancia del templo. Estaban organizados en cuatro grupos (phylài, 5 en época ptolemaica). A diferencia de los altos cargos de la jerarquía, eran sacerdotes temporales que cumplían sus funciones durante un mes; de tal manera que trabajarían un total de tres meses al año. Estaban dirigidos por un "ministro de los profetas".
  4. Padres del dios: situados inmediatamente después de los servidores; se sabe que pertenecían al alto clero, pero sus funciones no están muy claras.
    Sacerdotes llevan la barca sagrada en procesión
  • B) Bajo clero: funciones auxiliares. 
  1. Sacerdotes puros (o sacerdotes uab), encargados de la purificación ritual. Se organizaban también en phylài o grupos. Realizaban, además, otra serie de tareas diversas, como llevar la barca divina durante las procesiones; Sacerdotes lectores: como su nombre indica eran los encargados de leer los textos sagrados durante las ceremonias religiosas. Eran reconocibles por llevar una banda blanca sobre el pecho. Sacerdotes Sem, tenían funciones funerarias y eran reconocibles por llevar una piel de leopardo.
    Sacerdote Sem y lectores
  2. Sacerdotes pastaphòroi, palabra griega que designa a los encargados de llevar los objetos necesarios para el culto; sacerdotes encargados de los sacrificios animales y sacerdotes onirocritai, término también griego que se refiere a los intérpretes de sueños.
  3. Sacerdotes horarios: eran los encargados de establecer, mediante la observación astronómica, el momento exacto para comenzar los actos de culto y las festividades religiosas. También elaboraban los horóscopos, con los días fastos y nefastos del calendario.
  4. Sacerdotes músicos: uno de los grupos más numerosos de sacerdotes; su principal función era deleitar al dios con su música, tañendo instrumentos y cantando o tocando palmas. Podían actuar, en ocasiones, acompañados de sacerdotisas, bajo la supervisión del Director de músicos.
Esta jerarquía se refiere exclusivamente al sacerdocio masculino, que era el más importante y del que más información nos ha llegado.
Por otro lado, tenemos al personal administrativo y técnico del templo. La pertenencia al anterior grupo (sacerdotes) no excluía la pertenencia a este otro, y viceversa. 
Sacerdote astrónomo Anen
El ingreso en el ámbito del sacerdocio se producía por nombramiento del faraón o de un delegado suyo, pero en la sociedad egipcia existía la tendencia a transformar los cargos en hereditarios. Aunque el faraón podía intervenir personalmente para impedir esto, reclamando para sí, en ciertos casos, el nombramiento del sacerdote (por lo general de rango elevado) para recompensar con dicho nombramiento a un funcionario que le hubiera sido fiel, o para controlar que el clero de determinado dios no adquiriese un poder excesivamente importante, como ocurrió con el clero tebano de Amón.
Otra diferencia con los sacerdotes de algunas religiones actuales es que los temporales, una vez fuera del templo, llevarían una vida similar a la de cualquier otro funcionario laico de la administración egipcia. Además, podían tener otros cargos civiles (por ejemplo Hapuseneb, personaje de tiempos de la reina Hatshepsut, fue al mismo tiempo visir y Primer Servidor de Amón), ni tampoco les estaba prohibido casarse; de hecho, como ya he dicho, el cargo podía llegar a ser hereditario, de padres a hijos.
Una última y fundamental diferencia con las religiones monoteístas actuales es que los sacerdotes egipcios no predicaban los dogmas religiosos entre la población, es decir, no eran proselitistas; nada tenía que ver el culto oficial, y sus grandes ritos, con el culto popular.
Naos del templo de Edfú. Fuente: http://amigosdelantiguoegipto.com/?page_id=8783
Pureza y tabúes
Tanto el alto como el bajo clero debían ser considerados puros (uab, en egipcio) para poder acceder a los recintos sagrados; de modo que llevaban a cabo un ritual de purificación, que consistía en una serie de baños a lo largo del día en el lago sagrado, la eliminación del vello corporal e, incluso, mantener una buena higiene bucal, masticando sales de natrón. Ni el faraón estaba exento de esto, ya que debía recibir un baño (en su caso, en la privacidad de un palacio vinculado al templo) antes de los ritos.
En palabras de Herodoto, que visitó Egipto en el siglo V a.C.:
Los sacerdotes se afeitan todo el cuerpo cada tres días, para que ni un solo piojo ni ninguna otra impureza repose sobre ellos mientras sirven a los dioses. Los sacerdotes visten solo una túnica de lino (la lana estaba absolutamente prohibida) y sandalias de papiro; no les está permitido llevar vestido ni calzado de otro material. Se lavan dos veces por el día y dos veces por la noche con agua fría; ejecutan miles de ritos religiosos, se puede decir, pero disfrutan también privilegios de no poco valor. De sus propios bienes no consumen ni gastan nada, sino que se cuecen para ellos alimentos sagrados y una gran cantidad de carnes de buey y de oca a diario, y reciben también vino de uva, mientras que no pueden alimentarse de pescado...Las habas no toleran siquiera verlas, porque las consideran una legumbre impura. No hay un solo sacerdote para cada divinidad, sino muchos, y uno de ellos cumple las funciones de sumo sacerdote, y cuando uno muere, su hijo le sucede en el mismo cargo. (Herodoto, II, 37, 2-5)
En cuanto a los tabúes alimenticios, existían unos determinados para cada dios, de modo que variaban de una ciudad o provincia a otra. Tampoco podían mantenerse relaciones sexuales durante el mes en que estuvieran prestando sus servicios como sacerdotes. De puertas para afuera del templo, sin embargo, no existía la obligación del celibato para los miembros del clero.
La ofrenda diaria
A lo largo del año, se realizaban diversos ritos y ceremonias en las distintas festividades religiosas. Pero, además, cada día en cada templo de Egipto debía celebrarse la ceremonia del culto diario, que constaba de tres etapas:
Seti I quemando incienso ante mesa de ofrendas
  • Al amanecer, un sacerdote horario que se encontraba en la terraza del templo comprobaba que fuese la hora correcta para comenzar el culto. A su señal, unos sirvientes preparaban el alimento de la divinidad, mientras los sacerdotes se purificaban. En procesión, acompañada por música, se marchaba en comitiva para depositar las ofrendas del dios en las mesas de ofrendas. Posteriormente, el Sumo sacerdote, en representación del rey,  abría la puerta del santuario y rompía los sellos del naos donde se guardaba la estatua del dios. Luego lavaba, vestía y perfumaba con ungüentos la imagen, le daba de comer simbólicamente, quemaba incienso y, finalmente, volvía a cerrar y sellar el naos, hasta el día siguiente. La comida retirada que había sido ofrendada el día anterior se repartía entre los sacerdotes
  •  A mediodía tenía lugar una nueva ceremonia, que consistía en hacer unas libaciones con agua sobre las estatuas del faraón y de otros dioses que habitasen también en el templo.
  • Por la tarde se ofrecían de nuevo alimentos y bebidas, esta vez en las capillas laterales.
Sacerdotisas
Sarcófago de Henutmehyt
El oficio más habitual entre las mujeres egipcias era el de sacerdotisa, tanto de dioses  como de diosas. Su principal función era la de entretener a estos con sus cantos, danzas y conciertos. Así tenemos a cantoras, instrumentistas o bailarinas; rara vez nos encontramos con una Suma sacerdotisa. Otro tipo de sacerdotisas eran las puras o uabet que, al igual que en el caso masculino, eran las encargadas de los rituales de purificación, acicalamiento del dios, transportar la barca divina o ayudar al alto clero.
A la cabeza del clero femenino estaba la reina, que poseía el título de Esposa del dios.
Durante el Reino Nuevo el título de Suma sacerdotisa del dios Amón recayó sobre la hija del rey, también denominada esposa divina de Amón, Adoradora del dios o Mano del dios, cumpliendo el papel de esposa de Amón en los rituales importantes y llegando a gozar, en la dinastía XXIII, de un poder político sólo superado por el faraón.

La egipcia no era una religión revelada y, por lo tanto, las vocaciones no existían. Por el mero hecho de serlo, los sacerdotes egipcios no estaban obligados a comportarse como ciudadanos modelos. Para ejercer el cargo no era necesario demostrar ser un dechado de virtudes y en ese sentido no se les exigía más que a cualquier otro ciudadano. Los sacerdotes egipcios eran, sencillamente, funcionarios encargados de realizar una misión administrativa más, no guías espirituales y consuelo del prójimo. Gentes del valle del Nilo, J.M. Parra Ortiz.
Bibliografía:
-DONADONI, Sergio (1992): El hombre egipcio. Ed. Alianza. España, Madrid
-CIMMINO, Franco (2002): Vida cotidiana de los egipcios. Ed. Edaf. España, Madrid
-FLETCHER, JOANN (2002): Egipto, el libro de la vida y la muerte. Ed. Círculo de lectores. España, Barcelona.
-CASTEL, Elisa. "Sacerdotes del antiguo Egipto". Historia National Geographic. 2009, nº 65, pp. 36-47.

miércoles, 13 de mayo de 2015

3ª colaboración en el blog Historiae: la religión en Mesopotamia

Muy buenas tardes, amigos. Hoy he vuelto a colaborar en el blog Historiae con una nueva entrada. En esta ocasión, el tema elegido ha sido la religión en Mesopotamia, donde hablo brevemente sobre las principales características de esta religión politeísta y de sus dioses.
En relación a esto, ya os hablé con anterioridad en mi blog sobre las criaturas míticas llamadas lamassu, que podéis ver pinchando aquí.
Os dejo el enlace para que le echéis un vistazo a esta nueva entrada. Si queréis comentar algo, estaré encantada de leeros, como siempre. Hasta el próximo domingo.


domingo, 10 de mayo de 2015

La «Casa de la vida» del antiguo Egipto

En egipcio per ankh, la llamada «Casa de la vida» del antiguo Egipto era un centro de enseñanza -algo así como nuestras universidades-, que estaba asociada a un templo, como los de Menfis, Tebas, Abydos, Amarna, Akhmin, Kopto, Esna o Edfú, pero seguramente todos los templos de cierta importancia tendrían una.
Estatua de Horus en el templo de Edfú
En esta institución los alumnos recibían una enseñanza global y multidisciplinaria: matemáticas, historia, geografía, idiomas o religión, entre otras materias. También aprendían a leer y escribir jeroglíficos.
Aunque se enseñasen todos estos conocimientos, hay que decir que cada «Casa de la vida» era reconocida por la excelencia de alguna especialidad concreta: el colegio de Heliópolis era famoso por sus teólogos, astrólogos, magos y ritualistas; del de Menfis destacaban los médicos, arquitectos, escultores y artesanos, mientras que en el de Hermópolis eran famosos sus matemáticos, literatos, escribas, bibliotecarios y funcionarios reales, y el de Sais por sus astrónomos, jueces o historiadores.
Además, al igual que en los monasterios medievales, en las «Casas de la vida» de los templos egipcios se realizaban labores de copia como, por ejemplo, del «Libro de los muertos», que luego eran vendidas, y de textos antiguos, con la finalidad de conservarlos.
También en ellas se elaboraron las distintas teologías y mitos, se compusieron los himnos sagrados y se redactaron libros de magia y litúrgicos, necesarios para la realización del culto a los dioses.
Escena del Libro de los Muertos. Anubis pesa el corazón del difunto
En las «Casas de la vida», por tanto, se formaban una serie de profesionales como eran los escribas, médicos, arquitectos o sacerdotes. Estos últimos aprendían especialmente los textos sagrados, ya que una de sus labores sería la copia y redacción de ese tipo de textos.
Sacerdote
Pero como el papiro era un material caro, los alumnos aprendían a escribir utilizando los llamados óstraca (ostracón, en singular), palabra griega que designa un fragmento de cerámica o piedra. Estos podían encontrarse por cualquier parte, de modo que era el material más adecuado para que los aprendices practicaran hasta alcanzar la perfección.
Ostracón de piedra caliza con restos de escritura hierática
Los encargados de formar a los alumnos en las «Casas de la vida» eran principalmente sacerdotes, pero también podía haber laicos.
De hecho, esta institución estaba integraba por dos grupos de personas:  por un lado, los estudiantes laicos y, por otro lado, los discípulos, que eran los únicos que residían en ellas de forma permanente y que con el tiempo podían acceder a los sagrados «Misterios de la sabiduría», pasando a formar parte del clero de sacerdotes iniciados.
El personal presente en esta institución estaba formado por personas altamente especializadas, tales como los ya mencionados maestros, además de oficiantes, ejecutores de los ritos, teólogos, artistas, médicos, exorcistas, etc. Es decir, en las «Casas de la vida» confluía el saber y se realizaban múltiples actividades.
«El ritual de las fiestas religiosas [...], la medicina y sus recetas, la astronomía para conocer el universo y el tiempo, la geometría y la matemática para calcular las proporciones de los monumentos, casi con toda seguridad se puede decir que tenían su centro motor en "la Casa de la vida". De ella, los arquitectos extraían los elementos teológicos para transformar simbólicamente el templo en una imagen cósmica; los escultores y los pintores aprendían a hacer las "imágenes vivientes" según las enseñanzas del dios Thot, que había enunciado las reglas de la creación artística; los exorcistas aprendían las fórmulas necesarias para los rituales mágicos contra los animales nocivos y los malditos; los artistas aprendían a adornar los lugares sagrados, las tumbas y los muebles religiosos y funerarios con aquellos elementos decorativos que diesen garantía de fuerza, de renacimiento y de estabilidad».
Vida cotidiana de los egipcios, F. Cimmino
La fama y el prestigio de estas escuelas fue tal en la Antigüedad que se sabe que extranjeros como Solón, considerado uno de los siete sabios de Grecia, Pitágoras, Platón, o la célebre Hipatia acudieron a alguna de estas «Casas de la vida» egipcias.
Escena de la película Ágora, sobre la filósofa alejandrina Hipatia
Las bibliotecas de las «Casas de la vida» eran llamadas «Casas de los libros». En la del templo de Edfú -que se conocía como la «biblioteca de Horus»-, aunque ya no se conservan todos los papiros que albergaba, sí lo hacen los nichos en los que se guardaban estos, así como sus títulos inscritos en la piedra del muro. Así, nos encontramos con obras tanto prácticas como esotéricas, por ejemplo:
  • El libro de las regulaciones del templo y El libro de la lista de turnos de los guardias del templo.
  • El libro para conocer los secretos del laboratorio, los detalles de las ofrendas de los dioses, las listas de las formas secretas del dios y las listas de las divinidades que viven en este templo y nunca abandonan este lugar era el manual destinado a aquellos sacerdotes que estuvieran aprendiendo la rutina sagrada del templo.
  • Un manual de astronomía era Información sobre el aspecto de dos estrellas [el sol y la luna] y el regreso periódico de otras estrellas, que debió ser el consultado por los «sacerdotes de las horas» para determinar las fechas de los festivales religiosos.
  • Para protegerse de las fuerzas malignas encontramos obras como El libro para la realización de rituales de protección de la ciudad, las casas, la corona blanca y el año.
Probablemente las bibliotecas tuvieran también obras científicas y literarias, a juzgar por las obras astronómicas, de medicina o sapienciales encontradas en el santuario de Tebtynis, en El Fayum.
Hay que decir que el acceso tanto a estas bibliotecas como a las «Casas de la vida» estaba reservado a la élite intelectual del país (escribas, médicos, sacerdotes o artistas), quedando excluidos los miembros del pueblo llano.
Estatua de un escriba y el dios Thot
Además de su labor como centros de enseñanza, las «Casas de la vida» también eran el lugar donde se elaboraban, copiaban y restauraban obras religiosas y científicas, como ya hemos visto. Pero los textos egipcios también nos hablan de otras funciones: una era la de archivo, ya que en ellas se conservaban anales del reino y de los templos que estaban a disposición de personas autorizadas para ello. Por ejemplo, en tiempos del faraón Ramsés II se consultaron los archivos para conocer el camino más fácil a las minas de piedra bekhen, que se mencionaban en los relatos de expediciones anteriores. Además, esta institución podría haber servido también de registro de vecinos. Un texto conservado nos dice lo siguiente:
«Parí a este niño que está frente a ti, le pondré el nombre de Merab y lo inscribiré en el registro de la Casa de la vida».
El objetivo de esto era establecer el horóscopo del recién nacido basándose en el día del nacimiento.
Otra función posible era la de sanatorio, pues no hay que olvidar que era en estas «Casas de la vida» adscritas al templo donde se formaban los futuros médicos, que tenían como patrona a Sekhmet, la diosa leona; la magia, la religión y la ciencia eran un todo indisoluble en el mundo antiguo.
Escriba sentado. Museo del Louvre. Fuente: wikipedia
«Se puede afirmar con casi absoluta seguridad que la «Casa de la vida» era cenáculo de sabios, teólogos, eruditos y científicos».
Vida cotidiana de los egipcios, F. Cimmino
Bibliografía y webgrafía: 
- CIMMINO, Franco (2002): Vida cotidiana de los egipcios. Ed. Edaf. España, Madrid.
- FLETCHER, Joann (2002): Egipto, el libro de la vida y la muerte. Ed. Círculo de lectores. España, Barcelona.
-La casa de vida. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, volumen 3, pp. 548-549
 

domingo, 3 de mayo de 2015

Reseña: "Nefertiti también usaba mascarilla"

Buenos días, amigos. En esta ocasión os traigo la reseña de uno de los libros que me envió Tombooktu, sello editorial de ediciones Nowtilus, con los que colaboro desde el pasado mes de febrero.
La obra a reseñar es Nefertiti también usaba mascarilla, de Ángela Bravo. Un título muy original, ¿Verdad?


Sinopsis
Conozca la belleza a través de la historia de la mano, entre otras mujeres célebres, de Cleopatra, Nefertiti y Madame Pompadour, sus consejos, sus trucos y sus secretos.
Nefertiti también usaba mascarilla narra cómo hombres y mujeres de culturas y épocas diferentes trataron de detener el inevitable paso del tiempo.
La autora analiza lo que ha sido la belleza en la historia del ser humano a lo largo de cinco capítulos en los que trata temas como el cutis, el cabello, las manos, el baño y el perfume.
La obra desvela los secretos de tocador y de seducción de mujeres legendarias como Nefertiti, Cleopatra, Popea o la emperatriz Sissi y nos lleva a desiertos y enigmáticos harenes, así como nos enseña las costumbres y tradiciones de sociedades milenarias sobre las que se asientan parte de nuestros conocimientos de cosmética. 
Ángela Bravo descubre los elixires de Nostradamus, los ungüentos y recetas más famosas, métodos sencillos que se pueden elaborar en casa y cuyos resultados sorprenden.

Opinión personal
Como os he comentado en más de una ocasión en este blog, poner la imagen de Tutankhamón o de Nefertiti en un libro o revista aumenta sus ventas sin ninguna duda, ya que son dos imágenes que todo el mundo asocia al antiguo Egipto y sus misterios. De modo que deduzco que esta es la razón de colocar a la bella reina egipcia (embadurnada en crema) en la portada y, además, usar su nombre para el título. Popea también usaba mascarilla no hubiera sido lo mismo, hay que reconocerlo. Como también tengo que reconocer que, tras haber leído el libro, me he encontrado con que el nombre de Nefertiti apenas aparece en unas pocas páginas.
A lo largo de cinco capítulos, la escritora nos cuenta de forma muy resumida la biografía de grandes personajes de la Historia, principalmente mujeres, intercalando el relato de sus vidas con las fórmulas para elaborar los productos de belleza que se supone que utilizaban; como, por ejemplo, los famosos baños de leche de burra de Cleopatra. Además, le acompañan varias fotografías de esculturas, retratos o carteles publicitarios antiguos, entre otras imágenes que, en mi opinión, hubiesen estado mucho mejor a color, en lugar de en blanco y negro, pues a veces apenas podemos percibir los detalles.
Ejemplos de sombreros de principios del siglo XX
Como digo, los capítulos son cinco y se dividen en:
1. El cutis: intercalando las brevísimas biografías de personajes tan alejados en el tiempo como, supuestamente, obsesionados por su belleza como Cleopatra o la condesa Erzsebet Bathory, la autora nos habla de cómo mantener en perfectas condiciones la piel gracias a tónicos y cremas hechos con productos naturales. Aunque considero un fallo meter en el mismo saco a mujeres cuya existencia histórica está más que demostrada, con otras que  aparecen en la Biblia (Jezabel y Salomé).
Busto de Popea, esposa de Nerón, que murió a causa de una patada de este, estando embarazada. También era aficionada a los baños de leche.
2. El cabello: la autora hace un repaso por las distintas fórmulas para cuidar el cabello, dividiéndolo en colores. Al mismo tiempo, nos habla de cómo los romanos cuidaban su cabello, en ocasiones con productos tan poco recomendables que más que beneficiarles les perjudicaban (alopecias, etc.). También nos habla de cómo solucionar problemas tan antiestéticos como la caspa con recetas totalmente naturales, o cómo elaborar nuestros propios jabones, haciendo un breve repaso por la historia de este producto.
Busto de mujer romana con un peculiar peinado
3. Las manos: En el tercer capítulo, dedicado a esta parte del cuerpo tan maltratada por su uso constante, vemos la importancia que ha tenido su cuidado a lo largo de la Historia, y el uso de guantes y distintas recetas para mantenerlas hidratadas y sin manchas. También nos habla brevemente de la historia del abanico, desde el antiguo Egipto hasta épocas más recientes.
4. El baño: Junto con el primero, el capitulo más interesante en mi opinión. De nuevo de forma muy resumida la escritora nos habla del ritual del baño desde los griegos y egipcios, pasando por las famosas termas romanas, el falso mito de la falta de higiene de la reina Isabel la Católica, los harenes árabes y la aparición (no sin polémica) de los trajes de baño y bikinis.
5. El perfume: el último capítulo está dedicado a los perfumes, dando especial relevancia a la figura de Madame Pompadour y la Francia del siglo XVIII, momento en el que los perfumistas franceses comenzaron a coger la fama que aún hoy conservan. Tampoco se olvida de mencionar el papel de la alquimia a la hora de fabricar estas esencias, destacando la importancia de las rosas sobre todas las demás flores.
En resumen, Nefertiti también usaba mascarilla es un libro en el que veremos un repaso rápido y, en ocasiones, demasiado superficial de la historia de la belleza a través de varios biografías de reinas, nobles y emperatrices. Como era de esperar, teniendo tan solo 272 páginas y pretendiendo abarcar tantos siglos, la autora no profundiza tanto como yo quisiera en la Historia
A veces se hace demasiado pesado leer receta tras receta sobre cómo elaborar una crema para las manos o un tónico para después del baño. También he echado en falta notas a pie de página donde la autora especificara de dónde ha sacado las recetas para elaborar los distintos productos de belleza, en lugar de limitarse a decir "como cuentan las crónicas", ¿Qué crónicas? 
Lo bueno es que está escrito de forma sencilla, de manera que se lee rápidamente, y las fotografías complementan perfectamente lo que estamos leyendo.

Nefertiti también se llamaba Nefertari:
En general (aunque resulte pesado en ocasiones leer receta tras receta, como ya he dicho) se puede decir que el libro me ha gustado. Aunque sea de manera muy somera, me gusta cómo la autora iba intercalando las vidas de estas famosas mujeres, con las costumbres de belleza e higiene en lugares tan distantes en el tiempo y el espacio, junto con las fórmulas para elaborar nuestros propios productos de belleza.
Pero siendo yo una egiptomaníaca y siendo este blog uno dedicado a la Historia del antiguo Egipto, me siento en el deber de comentar unos cuantos fallos que he visto relacionados con el país del Nilo.
Como he titulado a esta parte de la reseña, uno de ellos es que la autora confunde no una sino varias veces a Nefertari con Nefertiti, de manera que aparecen imágenes como estas:
Templo de Nefertiti en Abu Simbel
"Grabado del templo de Nefertiti"; esta imagen corresponde, en realidad, a la tumba de Nefertari en el Valle de las reinas.
Confundir a ambas reinas denota una gran falta de conocimiento sobre el antiguo Egipto, si tenemos en cuenta que son dos de sus más famosas reinas.
Además, comete otros fallos importantes como confundir fechas (situando a Akhenatón y Nefertiti ¡500 años antes de su época!) o no saber diferenciar un hombre de una mujer, como aquí:
En esta imagen (que es claramente una reproducción actual) se representa a un sacerdote (por la piel de leopardo) presentando ofrendas a la diosa Maat (por la pluma de su cabeza). Por lo que el pie de foto es erróneo.
Junto a estos errores en las imágenes, encontré otros como varias inexactitudes históricas en la biografía de Cleopatra (como decir que tenía amistad con los asesinos de César (!). Pero quizás el que más llamó mi atención fue el que tiene que ver con unos supuestos matrimonios homosexuales celebrados en el oasis de Siwa, sin especificar el contexto histórico (sobre la opinión que tenían los antiguos egipcios de la homosexualidad ya hablé aquí). Por no hablar de afirmaciones como esta, sin ningún fundamento histórico:
Nefertiti fue una reina culta, emprendedora y valiente que no tuvo una vida fácil. Cuentan que una de sus mayores tragedias consistió en que no estuvo enamorada de su esposo, sino de otro hombre al que había amado desde siempre y con el que solo compartió un tiempo después de enfermar Akhenatón.
Posiblemente la autora se esté confundiendo con el supuesto romance que hubo entre la reina Hatshepsut y el arquitecto Senenmut. Considero que estos fallos son graves en tanto, en cuanto podrían haberse evitado simplemente consultando una enciclopedia, no digo ya un manual sobre Historia de Egipto escrito por un profesional. Aunque consultando la bibliografía usada por la autora estos fallos son entendibles si tenemos en cuenta que la referente a Egipto se limita a Antonio y Cleopatra, de Shakespeare y Memorias de Cleopatra, de Margaret George.
Busto de Nefertiti, en piedra caliza y yeso, no en madera como se afirma en el libro
Como ya he dicho, Nefertiti también usaba mascarilla es un libro con una idea en principio interesante, pero que debería haber sido repasado con más cuidado a la hora de corregir pequeños (y no tan pequeños) errores históricos. Hasta el próximo domingo, amigos.

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